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amenazas económicas y ambientales para Argentina


pasar a través César Eduardo Santos

La pesca ilegal en el Atlántico sur se ha convertido en un problema de dimensiones impactantes en los últimos años. Considerada la flota pesquera más grande del mundo, intensifica su presencia en aguas cerca de la zona económica exclusiva (ZEE), extrayendo recursos de manera incontrolada y poniendo en riesgo la sostenibilidad de los ecosistemas marinos regionales. A pesar de los esfuerzos realizados por el gobierno argentino para regular y proteger sus recursos pesqueros, la realidad geopolítica y la falta del marco regulatorio internacional más estricto han convertido este problema en un desafío continuo.

El papel de China en la pesca ilegal en el Atlántico Sur

China ha adoptado una estrategia de pesca global activa que incluye subsidios estatales a flotas de agua distantes y el uso de «banderas de conveniencia» para operar en áreas estratégicas sin ser descubiertos. Según la entrega reciente Documentos públicosDurante la última década, el tiempo de pesca de la flota china en el Atlántico Sur ha aumentado en un 800%, de 59,204 horas a casi 470,000 en 2022.

El estado chino financia directamente su expansión de la flota a través de un subsidio de aproximadamente $ 2.4 mil millones por año. Gracias a este apoyo económico, los barcos chinos pueden operar en Altamar durante meses sin regresar al puerto. Según Sergio Almada, coordinador del equipo interdisciplinario, esta estrategia está en línea con el uso de embarcaciones de refrigeración y refrigerador en Altamar, manteniendo los buques ininterrumpidos en la zona de pesca, evadiendo controles y regulaciones.

Además, muchos de estos barcos estaban navegando por las terceras banderas, como Panamá, para evitar ser identificados como parte de la flota china. Una investigación sobre Insight Crime muestra que al menos 250 barcos chinos han utilizado la estrategia, obstaculizando aún más la misión de las autoridades argentinas para regular y castigar estas actividades.

Impacto ambiental y económico.

El daño ambiental causado por la pesca china en el Océano Atlántico Sur es enorme. El exceso de desarrollo de Calamar Illex Argentinus, una de las especies más importantes en la industria pesquera de Argentina, ha puesto en riesgo su sostenibilidad. Este cefalópodo no es solo un recurso clave para la economía local, sino también una parte fundamental de la cadena alimentaria de otras especies marinas como delfines, pingüinos y varias aves. La depredación no regulada puede conducir al colapso ecológico y tener consecuencias irreversibles.

Desde una perspectiva económica, la pesca ilegal representa la pérdida anual millonaria en Argentina. Se estima que la captura irregular en las aguas cerca de Zee en Argentina costará entre $ 200 y $ 200 millones al año. Aunque la flota de pesca de Argentina opera bajo regulaciones estrictas, los barcos chinos extraen recursos sin pagar impuestos o generar empleo local, debilitando así la competitividad de la industria pesquera nacional.

A su vez, la gran presencia de estos buques en el área ha resultado en una mayor vigilancia y costos de patrulla. Los condados navales argentinos y las fuerzas navales tuvieron que fortalecer sus operaciones para monitorear las actividades de las flotas extranjeras, lo que significaba que el gasto de recursos del país era considerable. A pesar de estos esfuerzos, el descubrimiento y las sanciones de los barcos criminales siguen siendo un desafío complejo debido a la falta de acuerdos internacionales sólidos para la pesca ilegal en Altamar.

La respuesta de Argentina y sus limitaciones

El gobierno argentino ha tratado de compensar la pesca ilegal a través de varias medidas. Entre ellos, la tecnología satelital y la patrulla aérea se utilizan para detectar redadas en Zee. Además, se ha propuesto una prohibición de reabastecer en Altamar, una estrategia para que la flota china evite ingresar a los puertos que se pueden inspeccionar. Sin embargo, estas acciones han demostrado ser insuficientes para prevenir la magnitud del problema.

El marco legal internacional evita que Argentina tome medidas obligatorias fuera de su Zee. A excepción de 200 millas náuticas, los barcos extranjeros pueden operar sin restricciones siempre que no ingresen al territorio soberano. Esto crea un vacío legal que permite que las flotas chinas usen recursos marinos sin control.

A pesar de los esfuerzos diplomáticos para llegar a un acuerdo bilateral con China, la realidad es que la pesca ilegal sigue siendo un problema difícil. La dependencia económica de Argentina de China es su segundo socio comercial importante, que limita la capacidad de Buenos Aires para tomar medidas más serias sin afectar otras áreas de relaciones bilaterales.

El Océano Atlántico Sur como interés geopolítico

El interés de China en el Atlántico Sur no es solo la pesca, sino también estratégica. La relación íntima con los Magallanes y el Estrecho de la Antártida hace de la región un punto clave en la expansión geopolítica de China. Los informes muestran que algunos barcos chinos pueden participar en actividades de inteligencia militar o logística, lo que ha planteado preocupaciones entre la comunidad internacional sobre la existencia de China en este campo.

Estados Unidos y otras potencias importantes están comenzando a prestar más atención al papel de China en el Atlántico Sur, lo que podría conducir a una mayor presión diplomática para regular la pesca y evitar que la región se convierta en el foco de las tensiones geopolíticas.

Proponer soluciones efectivas

Para abordar el problema de la pesca ilegal en el Atlántico Sur, Argentina necesita una estrategia integral que combine la vigilancia, la cooperación internacional y las presiones diplomáticas. Entre las medidas que se pueden implementar, el aumento de las patrullas navales, las mejoras en la tecnología de monitoreo satelital para detectar y prevenir invasiones ilegales, y la implementación de un sistema fino más alto para los barcos que violan las regulaciones de pesca.

Del mismo modo, es necesario establecer alianzas con otros países afectados por la pesca ilegal, en un intento de fortalecer los marcos regulatorios en aguas internacionales y promover acuerdos para obstaculizar la logística de las flotas extranjeras que funcionan irregularmente. En este sentido, deben participar con urgencia en negociaciones diplomáticas con China y exigir una mayor responsabilidad por la explotación de los recursos pesqueros en el Atlántico Sur.



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