viernes, abril 25, 2025
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OPINION: NOVA1



El innatismo lingüístico de Chomsky ha sido uno de los dogmas más férreos de la lingüística moderna. La hipótesis de la Gramática Universal se defendía como un axioma inquebrantable: el lenguaje sería una facultad específica del ser humano, inscrita en nuestro ADN y desplegada sin la más mínima intervención del medio ambiente. Pero la historia de la ciencia nos enseña que los grandes dogmas caen tarde o temprano. Chomsky tuvo su Galileo en el filólogo Daniel Everett, que demostró, en su estudio acerca de los Pirahã, de que hay lenguas no chomskianas en el mundo, y ahora la biología molecular asesta otro martillazo a este dictador del lenguaje con la incorporación del gen del lenguaje en ratones de laboratorio. La variante humana del gen NOVA1 produce un cambio en las comunicaciones de los ratones de laboratorio, y conduce a cambios en la expresión vocal de estos animales. Esto significa que el lenguaje no es un software preinstalado en el cerebro humano, una especie de facultad fantasmal que espera ser despertada por algún mágico catalizador del medio ambiente. En un artículo de Nature Communications dirigido por Robert Darnell, et alia, titulado A humanized NOVA1 splicing factor alters mouse vocal communications (publicado el 18 febrero de 2025), se ha explicado todo. El hallazgo es demoledor para las ideas de Chomsky, pues si la ingeniería genética pura altera el modo en el que los ratones se comunican sonoramente, esto nos indica que el lenguaje deja de ser una facultad innata de los seres humanos para ser una concreción emergente del mundo evolutivo. No hay órgano del lenguaje, sólo existe una pauta que emerge en el mundo cuando la información se puede poner en secuencias de patrones estructurados.



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