En el imaginario doméstico-rural los gallineros y las gallinas son figuras arquetípicas que pueden inspirar la construcción de dichos y expresiones populares. La gallina ponedora es símbolo de fecundidad y creación y, por ende, de «productividad» (dicho en términos de economía agropecuaria o rural y aplicado a las labores ordinarias). Asimismo estos animales se caracterizan por la gran actividad que muestran durante la época de celo, lo que les ha dado fama de hembras «licenciosas e infieles», ligada esta actitud a las tareas de procreación. Este contraste en el comportamiento más propio de este ave (hiperactividad con fines reproductores) con la poca propensión a poner huevos los lunes es una manera exagerada para transmitir el mensaje del dicho; pues se sabe que las gallinas, como buenas ponedoras, son «laboriosas» y tienen fama de «recogerse temprano» [«acostarse como las gallinas» se dice de alguien que tiene por costumbre ir a dormir muy temprano] Por lo tanto, todo el gallinero se despertó muy temprano. La renuencia de los pollos es la falta o escasez de huevos. En casi todas las tradiciones, los huevos son símbolos de fertilidad, y su ausencia nos hace enfrentar cosas estériles, «sin ganancias» y «sin productividad».
Pero ¿por qué «los lunes ni las gallinas ponen»?
Es sabido que los días de la semana fueron nombrados desde la Antigua Roma conforme a los «siete planetas» que se conocían entonces, con los que se identificaban a los dioses celestes. Los astrónomos de la época consideraban la Luna y el Sol como planetas, de manera que el lunes se estableció como día de la Luna (dies lunae); el martes, el día de Marte; el miércoles era el día de Mercurio; el jueves, el día de Júpiter; el viernes, el de Venus; el sábado, el día de Saturno y el domingo era el día del Sol, dies Solis que por influencia del cristianismo se cambió posteriormente por dies Domini que quiere decir «día del Señor» (si bien en algunas lenguas, como el inglés, ha conservado en nombre originario, sunday). Así el domingo quedó instituido como día de descanso de la semana laboral, antaño de seis días (de lunes a sábado), pero esto para los países de tradición cristiana [no así entre judíos y musulmanes que han instituido el sábado y el viernes respectivamente como día de descanso o/y oración]. Sucede que después de un descanso, a partir del domingo, la semana laboral suele ser «cuesta arriba» a partir del lunes. Por lo tanto, el lunes representa la pereza. Es por eso que se dice que las gallinas son diligentes durante toda la semana, a menos que no lo dejen ir el lunes. Este recurso exagerado pone a muchas personas en el esfuerzo que necesitan para reanudar el evento de esta semana. Pero no hay más remedio que ser mimado, «No esperes el huevo del gallo». La expresión se usa para notar que debe ser diligente, no la tarea que enfrenta al final, porque si se pierde la oportunidad, no hay nada más que hacer, y «esperar el huevo del gallo» es inútil porque está esperando en un cubo.