¿Cómo surgió la oportunidad de asistir a la gala de los Oscar junto a los directores del corto iraní A la sombra del ciprés?
Animayo es el primer y único festival español de animación declarado Festival Calificador de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood. Esto significa que entre las dos mil películas que recibimos al año seleccionamos solo 60, y cualificamos para los Oscar dos de los diez ganadores. Nosotros cualificamos al mejor corto internacional y el mejor corto en español. Tras el festival, yo suelo hacer una gira por todos los estudios con esos dos cortos. Visitamos Disney, DreamWorks, Sony, Lightbox, Skydance o Netflix. En el caso de A la sombra del ciprés, el equipo no tenía muchos recursos y me involucré en la promoción para la campaña de los Oscar, ayundándoles con la estrategia. Todo eso lo hacemos de forma desinteresada porque a Animayo lo que le interesa es apoyar el talento. Lo que ha sucedido en este caso es que al equipo tardaron mucho en darles el visado para entrar en Los Ángeles y me convertí en el representante del cortometraje en los Oscar. Al final, aterrizaron tres horas antes de la gala y llegaron un minuto antes de que comenzara a sonar la música de inicio.
¿Qué tiene un cortometraje como A la sombra del ciprés para que ustedes lo seleccionaran en Animayo mucho antes de que resonara su nombre para los Oscar?
Para mí, lo más importante es la historia, lo que cuente, y que sea una historia única. Me gustan las cosas personales y auténticas. En este caso, es algo diferente a todo lo que había visto hasta el momento, y la animación es algo espectacular, con diseños de personajes muy estilizados y con tanta delicadeza. Además, es una historia muy personal porque el padre de Shirin Sohani, la codirectora, estuvo involucrado en la guerra. Últimamente me atraen historias que realmente me toquen el corazón. Me pasó lo mismo con Cafuné, que produje y que ganó el Goya a Mejor cortometraje este año.
A lo largo de su dilatada carrera, ha tenido la oportunidad de ver cómo ha ido evolucionando el sector de la animación a pasos agigantados, gracias a la evolución de la parte técnica, pero ¿siempre la historia importa más que la parte visual?
Sin la historia, esto no sirve para nada. Sin una narrativa, el proyecto no tiene alma. Es algo que siempre repiten los invitados que traemos a Animayo, recalcan la importancia de la historia, que es lo que nos engancha como público. Parte del éxito de A la sombra del ciprés es que la gente ve un buen corto y conecta con esta historia.
¿Cómo se posiciona Canarias dentro de la industria de animación gracias a Animayo?
Bueno, en primer lugar tengo que decir que muchos de los invitados o seleccionados en Animayo, nos visitan y terminan instalándose en Canarias. Además, somos el único festival de animación en Canarias hecho por canarios, y con eso queda demostrado que no es necesario importar el talento, porque en las Islas ya lo tenemos. No tenemos nada que envidiar a ningún otro territorio. Yo llevo ya 26 años en este sector, hice el primer corto de animación en Canarias y me miraban como a un loco cuando decía que el futuro del sector estaba en las Islas. Pero lo creo de verdad. Se trata de una industria ecológica, que no contamina, que permanece durante varios años trabajando aquí, por lo que genera riqueza a largo plazo.
Precisamente fue hace 26 años cuando estrenó Podría ser peor, el primer corto canario en ser nominado a los Goya. ¿Cambiaría algo de él después de mirarlo a través de la óptica del tiempo?
Sí, claro. A nivel técnico se podrían hacer muchas más cosas hoy en día pero la verdad es que lo veo ahora y me parece un milagro. Creo que Podría ser peor es una película que no ha envejecido por la técnica empleada, la plastilina, y, sin embargo, veo otros cortos que he hecho en animación 3D y me parece que han envejecido mucho más y peor.
Como parte de su trabajo, también imparte charlas a jóvenes y alumnado que se quieren dedicar al sector audiovisual en Canarias. ¿Cuáles son los consejos que no pueden faltar en sus intervenciones?
Estas charlas tienen por título Cómo que no, pues ahora sí y abordo precisamente todas esas negativas que yo he recibido a lo largo de mi carrera y que he convertido en síes. Me centro en romper el complejo que tenemos en las Islas, que pensamos que lo de fuera siempre es mejor. También me gusta enseñar cómo emplear la creatividad para solucionar problemas. Me encanta poder encontrarme con toda esta gente, y me centro mucho en la parte de la motivación.
Aún se encuentra en Los Ángeles pero, ¿ya tiene la mirada puesta en el 20 aniversario del Festival Animayo que se celebrará este año?
Sí, espero que sea una edición espectacular, porque en este 20 aniversario queremos darlo todo. No queremos dejarnos nada por hacer y cada año queremos superarnos, como si fuera la última edición que vamos a organizar.