La industria musical, en apariencia un crisol de creatividad, innovación y tendencias culturales, trasluce en ciertas de sus vertientes estructuras que perpetúan desigualdades de género. El ecosistema del sector funciona como un termómetro social que permite observar cambios de comportamiento colectivos y su análisis pormenorizado no está exento de señalar dinámicas de discriminación.
Las disparidades se traducen en invisibilización, brechas salariales e infrarrepresentación en los roles especializados destinados a la creación artística, como es el caso del trabajo de la producción e ingeniería de sonido. Si se observan datos a nivel global, menos del 6% de los productores musicales son mujeres, como demuestra un estudio elaborado en enero de 2024 por Spotify y la escuela USC Annenberg. Los datos reflejan que solo el 2,4% han participado en las 800 canciones más relevantes de la última década.
«Hay que animar a más mujeres a desarrollar su carrera en áreas como la producción, la ingeniería de sonido, el análisis de datos o el management. La industria musical no solo necesita más diversidad, sino que haya mujeres en todos los ámbitos para que el cambio sea real y sostenible», explica Chiara Hellquist, directora de Vevo España, la red de distribución de vídeos musicales.
«Podemos encontrar muchas mujeres en áreas de marketing y comunicación, pero pocas en áreas técnicas, de prensa o producción», lamentan desde la Asociación Mujeres en la Industria de la Música (MIM), compuesta por más de 350 socias y profesionales de la industria musical como Hellquist. Según los últimos datos recabados por la entidad, el negocio arrastra una herencia machista palpable en la organización de sus estructuras laborales, en las que solo el 37% de las empresas en la industria musical están lideradas por mujeres.
La situación es heterogénea y compleja de reducir a afirmaciones rotundas. Si la fotografía general se mira desde una perspectiva histórica, puede concluirse que existe un decrecimiento en las desigualdades de género. En 2017, la proporción de artistas femeninas figurantes en el listado estadounidense Billboard obtuvo el peor con tan sólo un 16,8% de representación, mientras que en 2022 el porcentaje aumentó ligeramente hasta un 22.5%. Desde entonces, las cifras están al alza.
Los datos extraídos del estudio impulsado por Spotify muestran datos que se han recabado mediante los rankings anuales de Billboard, el baremo mayoritario que emplean las estadísticas para medir las desigualdades. De los 1.972 productores que aparecen en dichas listas en los últimos nueve años, solo 64 son mujeres. El mejor dato registrado se recabó en 2024, cuando las mujeres supusieron el 37,7% de intérpretes incluidos lista Billboard Hot 100 Year-End, una mejoría con respecto al 35% obtenido en 2023.
Si se observan los altos cargos dentro de las grandes compañías discográficas de España, existen claros ejemplos como el de Blanca Salcedo, directora general de Sony Music España, sello con artistas en nómina como Rosalía, Ana Mena y Ricky Martín. En la contrapartida como otra de las empresas más competitivas a nivel nacional está Alicia Arauzo, directora general de Universal Music en España. «Cada vez hay más mujeres ocupando puestos de liderazgo como ejecutivas, directoras de festivales, managers o artistas. Aunque todavía queda camino por recorrer, estas pioneras rompen barreras», señala Hellquist.
Sin embargo, a pesar del progreso, según señalan las expertas en la industria de la música, las directivas siguen enfrentándose a los hándicaps machistas. El problema de la invisibilización impide que a las mujeres triunfadoras en su sector se les reconozca en sus labores. ¿Por qué le damos más importancia a puestos masculinos en directivas de España?
IndustriaMusical, el medio de comunicación especializado en el negocio de la música más leído en habla hispana, publicó en 2024 una lista con los diez nombres más influyentes del sector en España. A la única mujer que representaron fue a la directora de Spotify, Melanie Parejo, como ‘la jefa de Dario Manrique y Andres Monge’, dos editores seniors de Spotify. «Esta falta de inclusión no solo perpetúa la invisibilidad de mujeres en la industria musical, sino que también socava la credibilidad del medio en cuestión», señaló la Asociación MIM. Finalmente, la noticia acabó siendo rectificada.
Trayectoria
Actualmente, Hellquist trabaja como Senior Music & Talent Manager en Vevo, una red que distribuye todos sus vídeos musicales a través de YouTube, Samsung TV Plus y Rakuten. La trayectoria de esta profesional canaria residente en Reino Unido consiste en liderar un complejo entramado de relaciones estratégicas que abarca desde la captación de artistas y sellos discográficos hasta la creación de socios clave en España. Mediante su labor también coordina estrenos de videoclips, gestiona planes de lanzamiento y traza estrategias de marketing que potencian la visibilidad de cada proyecto.
La problemática busca resolverse más allá de modificaciones de las políticas internas de las empresas y requiere una transformación cultural profunda acompañada de medidas públicas y formación. Aunque en la práctica, casi 7 de cada 10 mujeres profesionales tienen algún título profesional relacionado con la industria, mientras que solo 5 de cada 10 hombres tienen formación específica. Los datos reflejan que las expertas, a pesar de la formación, ejercen como testaferros de un sistema que sigue reservando los espacios de mayor poder y decisión para los hombres, con sesgos de género e invisibilización.
En este sentido, desde la Asociación MIM señalan también a una acuciada brecha salarial. La media de ingresos anuales de las profesionales asciende a unos 25.600 euros, frente a los 33.300 que ganan los hombres. Asimismo, la mayoría de las mujeres que trabajan en el sector son significativamente más jóvenes que sus compañeros hombres, con una clara concentración del 70% en el rango de 25 a 44 años.
Este dato muestra que a pesar de que las mujeres ingresan al mercado laboral musical con una formación sólida —el 67% de ellas cuenta con títulos o cursos especializados—, en contraste con el 51% de los hombres, la experiencia acumulada es inferior. La mitad de los hombres que trabajan en el negocio de la música lleva más de 15 años en la industria, mientras muchas mujeres apenas superan una media de 8 años en sus puestos actuales. Estas diferencias palpables en las trayectorias profesionales de ambos géneros contribuye a la formación de «techos de cristal», es decir, la barrera invisible que impide que las mujeres accedan a puestos de relevancia dentro de los organigramas empresariales.
Sin embargo, en los últimos años han surgido iniciativas que, lejos de subterfugios, buscan revertir estas dinámicas. Muchas de ellas promueven mayor representación femenina en espacios de decisión, impulsando redes de apoyo y generando conciencia sobre la necesidad de equidad. Aunque persisten barreras estructurales, la industria no permanece estática y avanza, aun con resistencias, hacia un modelo más inclusivo y diverso.