¿Ya no hay vuelta atrás?
Estoy tomando conciencia del camino que he empezado a recorrer con mi primera novela; disfrutando todo lo que venga a partir de ahora porque esto es un regalo que yo jamás imaginé disfrutar.
¿Más que la docencia?
[pausa] He sido maestra durante muchos años y eso es algo que no renunciará. Los libros siempre han sido la válvula de escape para imaginar otros mundos. Amo mi trabajo, me he vuelto tan feliz de leer y escribir, lo he pasado muy bien … todo lo que escribo es para mí. o permanecer en la computadora o agenda [sonríe].
¿Hay una razón para dar este paso?
Yo le solía mandar los textos a un buen amigo y él fue quien me animó a dar el paso. «Tienes que salir de ti para intentar escribir para los demás», insistía. En los agradecimientos hago referencia a un annus horribilis, uno de esos años para olvidar, que pude salvar gracias a la escritura. Me sumergí en la documentación para dar vida a Zapatos de lluvia y llegar hasta aquí.
¿Es una historia cocinada a fuego lento?
Es una novela de reconciliación, una historia que contiene un fondo de realidad vinculada con mi familia materna, concretamente, con mi abuela. Era un ser que ponía mucha distancia con los demás, pero con un pasado que me resultó muy valioso a la hora de montar Zapatos de lluvia.
¿Tener como punto de partida un hecho real le ha ayudado a contar la historia que usted quería?
El hilo central de la novela es real, lo demás lo he ficcionado. Hay unos recuerdos de niña que están muy presentes en los capítulos [su abuela fue a servir]pero otros los adaptan a la curiosidad que los lectores pueden sentir.
En cierta manera, la novela es como un miembro más de la familia, ¿no?
Yo he intentado ponerme en la piel, mejor dicho, en los zapatos de esa persona. Un buen ejercicio de documentación y lo que he escuchado a las personas que vivieron en el Madrid que transcurre la acción me permitieron contar la historia que yo quería… Paola, que es la protagonista de la novela, son todas las mujeres que tuvieron que abandonar a sus familias para ir a servir a una familia más pudiente. En ella se refleja toda la segregación social que existía en este país en las primeras décadas del siglo XX.
Paloma Sánchez-Garnica, que ha recomendado la lectura de su primera novela, dice que nunca es tarde cuando tienes la intención de escribir para los demás…
…yo siempre soñé con entrar en una librería y ver una novela escrita por mí en una estantería. Eso, que parece una cosa tan sencilla, me ha convertido en una de las personas más felices del mundo. Escribir es un reflejo que llega a los 20, 40 o 60… La edad no importa.
¿Se está mejor en una clase con la tiza o en casa frente a un folio en blanco?
Yo no he tenido que elegir porque son dos momentos de mi vida que no han llegado al mismo tiempo. Cuando me jubilé se cerró la puerta de la enseñanza y se abrió de par en par una ventana enorme para la creación literaria. La docencia exige muchísimo, pero escribir también porque debes sacar tiempo donde no hay. No es lo mismo tener que dar vuelo a una novela mientras preparas las clases que ahora que tengo por delante toda la tranquilidad del mundo. Soy incapaz de inclinarme por un oficio u otro porque he sido muy feliz en los dos.
¿Feliz, incluso, en esos picos de la madrugada en que no aparecen las musas?
Yo soy muy caótica escribiendo; admiro a las personas que construyen un mapa en paralelo a la historia que están contando para seguir toda la evolución de sus personajes. Aunque suene un poco mal, estoy más cerca de ser una escritora que vomita todo lo que se le ocurre o escribe. Luego, a la mañana siguiente, siempre habrá tiempo para cargarse unas cuantas palabras o añadir otras. A veces, más de una vez, el folio acaba en la papelera pero eso es algo que forma parte de este gremio. Yo no vine aquí para hacerme famosa o millonaria, soy escritora porque siento la necesidad de que estoy en condiciones de contar una historia que puede interesar a otras personas.
n