Subrayaba Javier Marías (Madrid, 1951-2022) a este periodista en 2010, en una entrevista sobre su pequeña editorial Reino de Redonda, que lo que le movía era «hacer libros bonitos y dar a conocer alguna obra olvidada o ignorada». En cuanto a la característica flecha de todas sus portadas, comentaba que la encontraba «muy atractiva» y añadía: «Verá qué bien quedan todas las flechas, que aparecen en los lomos de los libros, alineadas en una estantería».
El destino ha querido que la última flecha de Reino de Redonda, la que cierra para siempre esta preciosa y meritoria aventura editorial a fondo perdido sea una dirigida al corazón del lector, que acaba esta última entrega conmovido y emocionado. El libro se titula Duelo sin brújula, tiene algo menos de 130 páginas y lo ha escrito Carme López Mercader (Barcelona, 1953), quien, además de una parte importantísima de la editorial, ha sido la esposa de Marías.
Precisamente el fallecimiento del escritor en septiembre de 2022, a pocos días de cumplir 71 años, es el motor de este último libro de Reino de Redonda —como de hecho anuncia en la nota previa la autora— cuyos beneficios se destinarán íntegramente a la nueva Fundación Javier Marías para la Investigación del Impacto Neurológico del Síndrome de Distrés Respiratorio Agudo (SDRA), una enfermedad que le costó la vida a uno de los mejores autores europeos de nuestro tiempo.
Duelo sin brújula es un libro pequeño y prodigioso, en el que la autora barcelonesa reflexiona sobre la muerte del compañero de vida sin el más mínimo asomo de morbo; todo es elegancia y sensibilidad en esta obra, marcada por un terrible dolor, el que provoca la ausencia del ser querido.
López Mercader enfrenta su tragedia, todavía en la sima del ánimo, a las convenciones sociales que, aunque bienintencionadas, llenas de frases de consuelo y muchas de ellas estereotipadas, marcan una frontera entre lo que espera la sociedad del doliente —que se recupere cuanto antes— y la cruda realidad de alguien que ha perdido un trozo de sí misma.
Está este librito lleno de momentos conmovedores, al tiempo que se vislumbra una relación marcada por el amor y el respeto a las diferencias del otro. Por sus páginas asoma un Marías, nunca mejor dicho, de andar por casa, divertido, bromista, gran aficionado a las películas y al baile, tierno y atento; así como una complicidad forjada gracias a muchos años de unión y de amistad.
Pese a la desazón con la que López Mercader afronta estos momentos tan duros, perdido el norte en un mundo sin excesivo sentido, se aprecia al final un hilo de esperanza que entronca con una afición muy particular de Marías, presente en muchas de sus novelas. No es un final feliz, claro; pero sí que hace prever que, tras este libro tan sentido como hermoso y bien escrito, la escritora encontrará de nuevo el rumbo, con la compañía imperecedera de Marías, allá donde esté. Ojalá.
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