«Observo mi trabajo, completamente desnudo como el verso libro de un poema decadente e inacabado». Esta es la declaración de intenciones con la que el artista canario Eliezer Mayor pone el broche final a su exposición en el lagunero Espacio Bronzo. La obstinación del ciclo. Sueños de florecer, soledad y perecer es una muestra que hay que visitar con calma y en soledad, para transitar por esta propuesta en la que se dan la mano las ilustraciones, los grabados, la cerámica y las esculturas de pequeño formato. La naturaleza y las dudas humanas se convierten en estas obras en dos caras de una misma moneda, y cuyo mensaje puede plasmarse a través de la mina de un lápiz o en las vetas de un trozo de madera reciclada.
Especializado en ilustración, grabado y estampación, Eliezer Mayor es también artesano. Aunque se dedica principalmente a la ilustración, también es miniaturista y todas esas facetas se ven reflejadas ahora en esta exposición en la que hay obras realizadas desde el año 2016.
Las líneas de un libro o los retazos de una conversación en la cola del supermercado son para Mayor una fuente de inspiración puesto que de ello surgen las imágenes que luego plasma en sus obras, en las que parece que los ciclos de la vida humana, ya sea los relacionados con el sueño, la reproducción o la muerte, se cuelan en estas piezas que, precisamente, van acompañadas de las palabras que han servido de inspiración al autor.
Los ciclos de la vida también se ven reflejados en las piezas en tres dimensiones. Mayor emplea maderas que han formado parte de casas antiguas o conventos, con los que ha trabajado ahora para plasmar las diferentes etapas y decisiones que ha de tomar el ser humano y que también han podido sucederse alrededor de esas teas que han sido puertas, ventanas o tejados. «Estas maderas también tienen heridas, los clavos, como los seres humanos, y no por eso tenemos que eliminarlas», expresa el artista, quien ha restaurado estas maderas dejando a la vista sus rarezas e imperfecciones.
Para Mayor, la ilustración es su lenguaje más inmediato, mientras que las esculturas conllevan para él una mayor reflexión. En cualquier caso, en esta exposición reflexiona a través de imágenes vegetales en las que las ramas de un árbol se convierten en un símbolo de infinito para cuestionar, quién sabe, si el ser humano permanece en todo aquello que toca.