Tres obras completas de Ingersoll Lockwood están publicadas y traducidas en 2017 por A.C. Fritsch, tituladas Los Trump e Ingersoll Lockwood. El primer libro es 1900 o el Último Presidente (1896), el segundo libro Viaje subterráneo (1893), y el tercero Los viajes y aventuras del pequeño Barón Trump y su perro maravilloso, llamado Bulger (1889). En El Último Presidente, hay un cierto efecto al estilo de Julio Verne, la revelación de un visionario, pero, en el caso de Lockwood, relacionado con el último presidente de Estados Unidos. Ingersoll Lockwood en el capítulo primero dice que el último presidente de EEUU, populista, en 1896, pone en peligro la república norteamericana: en vísperas de una victoria electoral inesperada, Nueva York se convulsiona ante una revuelta popular. La muchedumbre, impulsada por ideales anarquistas y socialistas, amenaza con asaltar el Fifth Avenue Hotel, un edificio emblemático situado precisamente donde hoy se alza la Trump Tower. La policía patrulla las calles urgiendo a los ciudadanos a resguardarse, mientras grupos de manifestantes, enfurecidos contra las élites económicas, planean atacar las residencias de los acaudalados. La tensión aumenta cuando algunos sectores de la población empiezan a cuestionar la legitimidad del proceso electoral.
Estos libros fueron descubiertos en 2017, en relación a la semejanza, si no profecía, de las narraciones de aventuras del Lockwood de finales del siglo XIX comparado con las cuitas de Donald Trump en este siglo XXI. El hijo de Trump, por añadidura, se llama Baron Trump. El comentarista político, que lo publicitó en la revista Político, fue Jaime Fuller, y otro comentarista, Chris Riotta, en Newsweek, señaló que las aventuras de Baron Trump empezaban en Rusia, añadiendo más casualidades a la historia, además de que Baron Trump puede viajar en el tiempo. Las historias de aventuras, pues, del niño alemán Wilhelm Heinrich Sebastian von Troomp, llamado Baron Trump, son un remedo profético de ciertos rasgos que se han dado más de un siglo después. Añadamos a este misterio literario el vínculo de Donald Trump con su tío John Trump (hermano del padre de Trump, Fred Trump), fallecido en 1985, a los 78 años. John Trump estudiaba fenómenos de alto voltaje, aceleración de electrones, así como las interacciones de la radiación con la materia viva y no viva, diseñó generadores de rayos X para la terapia oncológica, e investigó radares para el Ejército. Para llegar a él tengamos en cuenta la historia del misterioso inventor Niklas Tesla, descubridor de un sinfín de efectos electromagnéticos, en el origen de todos los primeros misterios de la electricidad, a tal punto en que ha dado lugar al nombre de la compañía Tesla, de Elon Musk. En 1943, a la muerte de Tesla, los documentos que éste guardaba fueron confiscados por el Departamento de Justicia, labor que llevó a cabo el mentado John Trump, ingeniero y luego profesor del MIT, a quien alude su sobrino Donald Trump con cierto cariño en las conversaciones que tuvo con él cuando era más joven. El 21 de julio de 1931, en la revista Time, Tesla definía entre sus documentos la forma de fabricar una especie de muro invisible que podía rodear defensivamente todo EEUU, también algo parecido a lo que, en la frontera sur norteamericana, empezó a hacer Donald Trump en su anterior legislatura.
El declive económico de Alemania, documentado en el recientísimo libro de ensayo Kaput, de Wolgang Münchau, y las quasi-profecías literarias de Ingersoll Lockwood sobre Trump, convergen en un momento histórico crucial que sugiere un reordenamiento del poder global. La debilidad actual de Alemania, marcada por su excesiva dependencia de la industria tradicional y su resistencia a la digitalización, por la dependencia energética de Rusia y la relación comercial desequilibrada con China, contrasta con la visión de Trump de una América tecnológicamente soberana y proteccionista. La era Merkel ha terminado llevando a Alemania a un callejón sin salida tecnológico y un desastre demográfico por una inmigración descontrolada e insana. Las sorprendentes similitudes entre las predicciones de Lockwood y la situación actual sugieren un patrón histórico: el surgimiento de un líder populista en momentos de crisis sistémica. Mientras Alemania se estanca en la era del fax, y en la negación «verde» de la tecnología desarrollada por el humano, en base a culpas judeocristianas mal asumidas, la visión de Trump de un «muro» y de reordenar la geopolítica mundial, de manos de un empresario tecnológico como Musk, sugiere una comprensión más profunda de la importancia de la supremacía tecnológica. Ciertas narrativas literarias pueden actuar como espejos proféticos de tensiones sociales y políticas recurrentes, «casualidades» que destacan un patrón: las naciones que abrazan la autosuficiencia energética y tecnológica parecen mejor preparadas para enfrentar las incertidumbres globales.
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Las narrativas culturales moldean nuestras expectativas sobre el futuro, y con ello las ideas del pasado, visionarias o distópicas, influyen, directa o indirectamente, en la configuración del presente. Es imperativo preguntarnos: ¿qué tipo de líderes y modelos buscamos cuando las estructuras tradicionales comienzan a tambalearse? Pues ya llegan para marcar un nuevo ciclo de poder económico, político y moral.