pasar a través Alton Solís
Las narrativas de Trump y sus colaboradores más cercanos incluyen contenidos sustantivos diferenciados sobre temas como la inmigración, la guerra, los impuestos y China.
Sin embargo, una vez implementado, la realización de un cambio real será severamente limitada.
Pero la cuestión relevante para este artículo es el impacto que estas violaciones podrían tener en la popularidad de Trump. ¿Estarán molestos sus votantes? No. Para entender esta respuesta, primero debemos entender por qué populistas como Trump disfrutan del apoyo de una gran parte de la ciudadanía.
Los votantes de Trump sólo están marginalmente interesados en sus promesas. Este tipo de políticos son populares porque son los portavoces de un gran segmento de la población que está enojada por todo lo que creen que ha causado su situación. Como la mayoría de la gente no tiene micrófonos ni cámaras de televisión para expresar sus quejas, utilizan el vocabulario ofensivo de Trump para expresar sus frustraciones contra las elites políticas, institucionales, mediáticas y empresariales (el establishment). Este tipo de políticos son atractivos, no porque sus votantes esperen cambios importantes en el desarrollo o en aspectos sustanciales de la vida, sino porque la función principal de estos políticos es «prostituir» al establishment.
A pesar del ruido, el drama y las promesas grandiosas, estos políticos no muestran ninguna intención de cambiar el status quo. antiguo régimen: Su objetivo es ser popular. Lo más importante es decir lo que la gente quiere oír, ya sea mentira, si no es económicamente viable o si está prohibido por la Constitución o los tratados internacionales. Lo que mucha gente quiere escuchar son invectivas vulgares y crudas dirigidas al establishment en lugar de un análisis de la situación, sus causas y posibles políticas de mejora. Para el amplio electorado, la política basada en diagnósticos rígidos, programas coherentes, partidos y propuestas conceptualmente defendibles es aburrida, irrelevante e innecesaria.
Los políticos populistas no recurren a la mentira y la mala educación como herramientas para defender sus planes; Sí programa. La arrogancia y la vulgaridad, que ya son inherentemente incorrectas, dejan de ser medios y se convierten en partes intrínsecas de la política cuando el objetivo es la popularidad. El político populista no puede renunciar a su lenguaje soez y su agresión porque ya no será el portavoz de la ira que es el medio básico para reunir a la mayoría (ciertamente no a todos) de sus seguidores.
Estos políticos son parte de las instituciones económicas y sociales de su país. Viven en complejos hoteleros de lujo o mansiones multimillonarias y trabajan en beneficio de los ricos: impuestos bajos, contratos cuidadosamente seleccionados, privatizaciones o regulaciones ambientales relajadas. Pero a sus votantes tampoco les interesa esta contradicción. Es relevante que sigan quejándose de la institución.
La pregunta entonces es cuál es la fuente de esta aparente ira que elige y apoya a políticos que hacen poco para mejorar el país. Creo que esto se debe principalmente a las promesas incumplidas del neoliberalismo. Este modelo fue impulsado con gran fuerza y perseverancia. En América Latina cuenta con el apoyo de sectores interesados en la privatización y la liberalización del mercado, los medios de comunicación más influyentes y los líderes políticos tradicionales. Se habla mucho de la supuesta magia de la apertura comercial, la privatización, la liberalización de precios y la inversión extranjera. Con este modelo se solucionarán los problemas económicos de todos. Cualquiera que cuestione la magia es tildado de comunista, fanático de Hugo Chávez y obstáculo para el progreso de su país. El poder y la publicidad detrás de este llamado milagro fueron tan grandes que las expectativas alcanzaron niveles imposibles. El milagro no ocurrió. Las esperanzas de algunas personas se vieron frustradas y hoy están enojadas.
En Estados Unidos, la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética también fueron aclamadas como el comienzo de una nueva era porque fin de la historia. Se dice que el legendario dilema entre libertad y desigualdad se resolvió a favor de un sistema que reconcilia estos dos objetivos. Esta promesa tampoco se ha cumplido: la desigualdad ha aumentado, la pobreza ha aumentado en un 50% e importantes sectores industriales han sido aplastados por las políticas de libre comercio. Las voces cínicas y enojadas que siguieron están listas para perseguir sus ambiciones de poder.
Una segunda explicación de la insatisfacción y la ira se relaciona con la era de la información. Al contrario de lo que ocurría en la historia de la humanidad hace apenas unas décadas, las herramientas de información disponibles hoy nos permiten comprender cómo viven las personas más ricas. Aunque la distancia económica está creciendo, hoy existe una mayor intimidad e igualdad en la disponibilidad y el acceso a la información. Hoy en día sabemos no sólo cómo viven las personas más ricas, sino también cómo se mantiene su riqueza incluso cuando se dedican a negocios cuestionables. Según los informes, en Estados Unidos es bien sabido que muchos gigantes financieros desencadenaron la crisis de 2008 por avaricia y continuaron embolsándose salarios anuales de más de 100 millones de dólares estadounidenses, mientras que las entidades financieras estaban lejos de estar en quiebra. El glorioso poder del mercado se salvó gracias a la intervención del Estado.
Las falsas y elevadas promesas del modelo neoliberal y el acceso generalizado a información sobre cómo viven otros pueden explicar la ira de la mayoría de la gente. Pero independientemente de si hay motivos para estar enojado, es un mal asesor como herramienta para decidir votos (o cualquier tema). Escuchándolo se puede ver que una gran parte de la población no tiene educación y es incapaz de comprender las graves responsabilidades que tiene en un régimen democrático.
Por otro lado, las victorias electorales o las buenas encuestas de opinión no prueban que las mentiras sean verdad o que el comportamiento corrupto sea moral. Trump y los populistas deberían bajar el tono hostilidad Creen que esto es motivo de celebración considerando los momentos en que la mayoría de la gente se equivocaba. Por ejemplo, si para Trump, el sistema político estadounidense (barro, pantano) comete un grave error, debe aceptar que la mayoría electoral no avala aquellas propuestas que son correctas, porque el cuerpo político es elegido por mayoría. ¿O, en el caso de Trump y su equipo, la mayoría de la gente afirma que sus actitudes y consejos son correctos cuando lo apoyan, pero no cuando apoyan las actitudes y consejos de otros partidos que también tienen victorias electorales y buenas encuestas?
En resumen, los políticos populistas deberían tener cuidado de no concluir que la verdad está de su lado sólo porque una mayoría los apoya. Los ciudadanos deben darse cuenta de que la solución a sus problemas no es elegir a quienes les ayuden a desahogar su ira, sino elegir políticos serios, trabajadores y que respeten la verdad.