Demi Moore hizo su primera aparición cinematográfica en 1981, en el drama ‘Choices’, un filme del que hoy nadie se acuerda. Un año después ya era la protagonista femenina de ‘Parasite’, un producto de terror de serie B y en 3D realizado por Charles Band. Tras algunos trabajos en televisión llegó su primera cinta importante, ‘Lío en Río’ (1984), una comedia estival de Stanley Donen en la que encarnó a la hija adolescente de Michael Caine. Y en 1985 se estrenaba su primer trabajo realmente recordado dentro de un reparto muy generacional y coral, el de ‘St. Elmo, punto de encuentro’, el ‘coming of age’ ochentero de Joel Schumacher en el que trabajó junto a Rob Lowe, Emilio Estévez, Allie Sheedy y Andrew McCarthy, formando el ‘brat pack’ (la ‘pandilla de mocosos’) de la época conocido por sus películas y sus excesos en la vida privada.
Han pasado 40 años desde aquel filme y Moore recordaba en la madrugada del pasado domingo, al recibir el Globo de Oro por su interpretación en ‘La sustancia’, que este era el primer galardón que obtenía en toda su carrera. Explicó también que se había rebelado contra los elementos, ya que en aquellos primeros tiempos un productor había profetizado que nunca tendría un verdadero reconocimiento como actriz porque trabajaba en «cine de palomitas». Tendría éxito económico, pero no el reconocimiento artístico, vino a decirle.
Un momento muy bajo
No hay ninguna actriz o actor de Hollywood que en algún momento no haya hecho cine comercial y ‘palomitero’. Pero en su discurso, Moore recordó que se encontraba en un momento muy bajo –la enfermedad de su exmarido Bruce Willis, con quien ha seguido manteniendo una buena relación y a quien ha ayudado y cuidado, no mejoraba el estado de ánimo– cuando le cayó el guion «mágico, atrevido, valiente y muy loco» de Coralie Fargeat de ‘La sustancia’, y que entendió entonces que, si hacía la película, no estaba acabada.
Moore tiene en su carrera muchos filmes de características comerciales, como los tienen Julia Roberts, Sandra Bullock o Meryl Streep. Pero también ha sido la protagonista de ‘Nunca fuimos ángeles’ (un guion de David Mamet, vaya), la mujer marcada de la nueva versión de ‘La letra escarlata’ rodada en 1995 o la teniente O’Neil del filme homónimo de Ridley Scott, y ha trabajado a las órdenes de Alan Rudolph, Woody Allen y J.C. Chandor, teniendo también papeles relevantes en la televisión como el de la socialité Ann Woodard en ‘Feud: Capote vs. The Swans’.
Cuando ha hecho cine comercial, casi siempre ha arriesgado lo suyo (pese a que esté un tanto estigmatizada por su cometido en la más popular de sus cintas, ‘Ghost’, de 1990): ha sido la mujer codiciada por un millonario dispuesto a pagar una suma importante de dinero a cambio de pasar una noche con ella en ‘Una proposición indecente’; ha encarnado a la ejecutiva agresiva y dominante de ‘Acoso’ –adaptación de una novela de Michael Crichton que generó en su momento, 1994, una polémica considerable– y ha dado vida a la veterana ‘stripper’ y madre soltera de ‘Striptease’, rodada sin tapujos cuando tenía 34 años. Poco imaginaba entonces que, en 2024, a los 62, se coronaría con un filme como ‘La sustancia’, una meditación en clave de ‘body horror’ sobre los cánones de belleza femenina y la presión estética.
Belleza sin bisturí
Sobre la representación de la imagen femenina en el cine dominante, Moore siempre ha sido muy clara: «Prevalece la idea de que si te quitas la ropa es que tienes una moral discutible. En nuestra sociedad todavía existe una actitud negativa hacia las mujeres que utilizan una fuerza que les es inherente, su feminidad, de cualquier forma que pueda considerarse seductora». Hace años llegó a decir que seguro que había gente que la consideraba una zorra, pero ella solo se esforzaba en hallar la perfección. Resultaba convincente cuando aseguraba no haberse sometido a la cirugía estética: «Prefiero ser una mujer guapa de mi edad que intentar de manera desesperada aparentar que tengo 30 años». El bisturí no es para ella una solución, en sintonía con ‘La sustancia’.
En 1991 aparecía desnuda y embarazada de siete meses en la portada de ‘Vanity Fair’, segura de sí misma. En 1996 era la actriz mejor pagada de Hollywood, con 12 millones de euros por su trabajo en ‘Striptease’ cuando seis años antes, por ‘Ghost’, había cobrado menos de un millón. Hoy ha tenido que reinventarse manteniéndose fiel a una de sus creencias: «El tiempo es un gran ecualizador. Creo que si te mantienes fiel a ti misma y sigues adelante con tesón, las cosas cambian».
Alejada de los premios
¿Por qué ha tardado tanto en ganar un premio importante siendo, durante un par de décadas, una de las actrices más populares del cine estadounidense? Estuvo nominada a los Globos de Oro por ‘Ghost’ y, en 1996, por la miniserie ‘Si las paredes hablaran’; desde entonces hasta ‘La sustancia’, nada más. Del Oscar ni hablemos, aunque todo parece indicar que ‘La sustancia’ puede suponerle la primera nominación para el premio gordo de la lotería hollywoodiense. La aparición de esta película en un contexto muy preciso, del que también han participado filmes como ‘Titane’, y la valentía de Moore al afrontarla acaban de darle un vuelco radical a su carrera cuando nadie esperaba ni poco ni mucho de ella. Cuando hizo ‘Striptease’ –que era un mal filme, cierto, pero contenía una interpretación osada– le llovieron críticas desde todos los lados. Con ‘La sustancia’ ha pasado lo contrario.
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Según Moore, «hemos de estar dispuestos a arriesgarnos para no volvernos demasiado seguros y acomodados». Desde luego, la ingenua actriz de ‘Ghost’ ha salido de su aparente zona de confort.
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