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Paz y naturaleza: reflexiones sobre la imperfección


pasar a través Giselle Didier Diana Morales

El lema de la reciente COP16, celebrada en Cali, Colombia, del 21 de octubre al 1 de noviembre de 2024, es “Paz con la Naturaleza”. El objetivo es abordar la relación entre protección de la biodiversidad y construcción de paz, evitando la oposición entre ambos conceptos y superando un enfoque puramente racional que ignora nuestra conexión con la naturaleza –acceso al agua y a los alimentos, medicinas, conexiones espirituales, etc.– y la invisibiliza. nuestra completa dependencia de él para sobrevivir.

A partir de su lema, la COP16 desencadenó debates y reflexiones sobre la conservación de la biodiversidad, pero aún en proceso de construcción, que han sido abordados por un campo de investigación denominado «construcción de paz ambiental». Se refiere a integrar la gestión ambiental en los procesos de resolución de conflictos o de transformación. Avances en la investigación sobre consolidación de la paz ambiental Existen claras lagunas de conocimiento en la comprensión y el diseño de estrategias para abordar la compleja relación entre la paz y la naturaleza, a saber: superar las visiones de la naturaleza desde una perspectiva puramente económica; reconocer las desigualdades y las relaciones de poder que conducen al conflicto; de estrategias de consolidación de la paz sobre los ecosistemas; y medir la eficacia de estos procesos.

Aquí es donde los debates sobre la paz, el medio ambiente y los conflictos nos permiten identificar las causas sistémicas y estructurales de los conflictos. Por tanto, es necesario comprender sus orígenes y comprender el papel de la naturaleza en estos contextos. Sólo así se podrán diseñar e implementar estrategias para reducir la violencia y al mismo tiempo transformar la relación de la sociedad con la naturaleza en diferentes niveles (interpersonal, comunitario, institucional).

Los elementos anteriores son fundamentales para lograr los objetivos establecidos en el Marco Mundial de Biodiversidad (MGB) de Kunming-Montreal, ya que sirven como recordatorio de que es imposible avanzar en la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad sin abordar estas cuestiones. Al mismo tiempo, las desigualdades sociales que alimentan los conflictos brindan espacios efectivos para la participación y nuestro conocimiento de la naturaleza se expande.

La COP16 abre la puerta a una reflexión continua sobre cómo diseñar e implementar estrategias que integren la paz y la naturaleza e invita a otros sectores a la discusión. Para ello, es necesario reconocer las lecciones aprendidas de nuestra experiencia hasta la fecha.

En Colombia, las reflexiones generadas en el marco de la actual implementación del Acuerdo de Paz y como resultado del actual diálogo de paz demuestran el papel relevante que puede jugar la naturaleza en los procesos de reparación, los marcos de verdad y de información. no repetición; y crear condiciones económicas para la reintegración de los excombatientes y víctimas del conflicto a la sociedad. y la destrucción de la naturaleza causada por los conflictos armados.

Un ejemplo es el regreso a la Comunidad Reserva Yaguala II acompañado por el Instituto Humboldt, lo que demuestra que el proceso de establecimiento de la paz con la naturaleza requiere enfoques innovadores, enfocados en la convivencia del hombre y la naturaleza, la paz y la tranquilidad. Otro es el reconocimiento de entidades naturales (territorios o ríos) como víctimas del conflicto en el marco del proceso de justicia transicional implementado por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) de Colombia y la producción de antiguos productos biológicos o emprendimientos turísticos sustentables. -combatientes.

Estas experiencias demuestran la necesidad de armonizar diferentes acuerdos ambientales y formar vínculos intersectoriales. Por ejemplo, el Acuerdo de Escazú es una herramienta para alcanzar las metas trazadas por el Ministerio del Ambiente de la Nación, que apuntan a garantizar el acceso a la información, la participación efectiva, el acceso a la justicia, el reconocimiento y la protección de las personas defensoras de derechos en el ámbito ambiental. Muy importante. Sin garantías de estos derechos de acceso, es imposible reducir la violencia, construir la paz y considerar otras formas de relación con la naturaleza que protejan la biodiversidad y salvaguarden las vidas de quienes la protegen.

La experiencia de Colombia en la búsqueda de la paz demuestra la necesidad de reconocer la interdependencia entre las personas y la naturaleza, generar confianza entre las partes en conflicto y reparar el tejido social. Todo ello supone establecer relaciones de colaboración entre múltiples actores basadas en el diálogo entre diferentes sistemas de conocimiento. En este contexto, promover el acceso a la información se convierte en una herramienta clave para la participación equitativa en la toma de decisiones, reduciendo así las asimetrías históricas.

En definitiva, «vivir en paz con la naturaleza» requiere un enfoque flexible para evitar caer en la trampa de una protección estricta, excluyendo a las personas y exacerbando los conflictos sociales y ambientales. Se trata de construir una cooperación efectiva entre países y comunidades basada en la confianza, el respeto y el reconocimiento de la diversidad. Tener presentes los principios de la Declaración de París sobre la eficacia de la ayuda, como la apropiación y la gestión basada en resultados, es crucial para trazar un camino común que promueva una visión de paz ambiental y un futuro sostenible y armonioso.

*Texto elaborado conjuntamente con el Instituto Interamericano de Cambio Global (IAI). Las opiniones expresadas en esta publicación son las de los autores y no necesariamente las de su organización.



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