La segunda novela de Emma Cline, ‘La invitada’ (Anagrama) sigue las andanzas de la veinteañera Alex, ‘escort’ a tiempo completo de un millonario que intenta sobrevivir como puede en los Hamptons, un mundo hostil donde todos los hombres con los que se cruza (ricos y pobres, adultos y niños) quieren un pedazo de ella. Y ella de ellos, también. Con ecos de ‘El nadador’ de Cheever y la tensión del Bret Easton Ellis más paranoico, Cline ha escrito una de las mejores novelas del año que nos recuerda, como Charli XCX, lo confuso que resulta a veces ser una chica.
¿Cómo se le ocurrió la historia?
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Empecé el primer borrador en 2014, cuando tenía 25 años y vivía en Nueva York. Alex era un tipo de chica que veía mucho. Y siempre me han atraído los personajes como Ripley, que navegan por el mundo sin las guías morales habituales.
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Alex ejerce una especie de prostitución enmascarada, ella es una chica objeto pero el intercambio no es solo por sexo.
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Es algo que ha existido desde siempre, pero desde Internet este tipo de relaciones son mucho más abiertas, con páginas web específicas para ese acuerdo. Creo que es algo que sucede en todas las grandes ciudades. Es curioso, hay lectores que ven a Alex como una villana. A mi me encanta ella, siento mucha empatía, aunque no sé si me gustaría ser su amiga. En el fondo, a mí lo que me interesa es leer y escribir historias sobre gente cuya vida descarrila.
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La novela tiene algo de ‘El nadador’ de Cheever, hay piscinas, playas y clubs náuticos por doquier. Pero en el fondo es una novela sobre un tipo muy específico de privilegios.
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Siempre me ha interesado el tono de ‘El nadador’, cómo algo que comienza en un hermoso y soleado día de verano termina con el protagonista bebiendo de más, de piscina en piscina, sintiendo que lo ha perdido todo. Es una historia de terror y quería que seguir a Alex provocase una sensación similar. Ella también está en un viaje en el que cada día que pasa pierde más y más de sí misma.
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¿Por qué los Hamptons?
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Fui por primera vez cuando tenía veintitantos. Tenía un amigo artista que vivía allí. Tal vez haya estado cinco veces en total. Es un ambiente muy diferente, con unos códigos y reglas sociales vigentes muy extraños. Por ejemplo: no puedes aparcar en la playa a no ser que tu coche tenga una pegatina que diga que vives allí. Básicamente no puedes bañarte en el mar a no ser que seas residente porque no hay casi hoteles y los que hay cuestan mil dólares la noche. Todo en los Hamptons está diseñado para mantener alejado a los otros. Por eso me gustó la idea de una forastera que entra y empieza a causar problemas.
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Alex se gana la vida obteniendo cosas de los hombres, pero todos los que se encuentra en su viaje siempre quieren algo de ella, también.
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Definitivamente, todas las relaciones del libro son transaccionales. En algunas hay dinero de por medio, es más obvio. Pero en otras, es como si la gente quisiera algo más de ella. Siempre hay una especie de baile.
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La tensión y lo minucioso de los detalles son muy Bret Easton Ellis, ¿le gusta?
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Sí, soy una gran admiradora, es un escritor increíble. Su último libro, ‘Los destrozos’, se apoderó de mi vida cuando lo leí. Le estoy muy agradecida por haber tenido una experiencia lectora de ese tipo. La forma en que utiliza los detalles es asombrosa. Di clases solo dos semestres, pero enseñé ‘American Psycho’ y estudiamos qué detalles elige, cómo usa los nombres de las marcas. A veces puede ser demasiado, pero la forma en la que lo equilibra siempre acaba siendo perfecta.
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Alex tiene una especie de superpoder para leer a los demás y las situaciones, pero luego es muy ignorante con cosas que suceden en su propia cabeza. ¿Por qué está tan desconectada de sí misma y por qué esa es una habilidad tan típicamente femenina?
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Es una historia de supervivencia. Alex está en un momento de colapso existencial, en alerta, y profundamente desconectada de sí misma, todo a la vez. ¿Qué por qué disociar es algo que a se nos da especialmente bien a las mujeres? Yo lo veo como un punto final lógico de cómo la sociedad enseña a las mujeres a percibirse a sí mismas desde una edad muy temprana. Se aprende por ósmosis. A partir de una edad muy temprana, te inundan con imágenes y muy rápidamente aprendes qué van a pensar otros de ti. No creo que sea lo mismo para los niños y los hombres. Debe ser mucho peor ahora porque estás literalmente, ya sabes, cosificándote en Instagram desde una edad muy temprana, antes de que realmente sepas quién eres. Tienes que crear un yo exteriorizado y presentarlo a otras personas. Creo que si hubiera tenido que hacer eso cuando tenía 14 años, me habría asustado. Todo el mundo está obligado a crear una especie de relato de sí mismo. Incluso si lo que te pasó una vez es realmente malo, si lo conviertes en una historia eso lo hace tolerable.
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La violencia sexual está presente en toda la novela, pero esta vez ha decidido no escribir escenas de sexo, ¿por qué?
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A veces no me doy cuenta de la visión tan cínica que hay en las relaciones entre hombres y mujeres de mis libros hasta que los leo después. Pero aquí definitivamente quería que hubiera esa corriente subyacente de oscuridad y violencia. Las relaciones que ha tenido Alex antes son aterradoras. Creo que para tolerar algo así tienes que ausentarte. Es como si te hicieras un fantasma, porque de lo contrario, es demasiado terrible. No quería que hubiera muchas escenas de ella realizando trabajo sexual, sino mostrar las secuelas. Los actos sexuales que hay en el libro son bonitos, tristes y poco eróticos, supongo.
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En 2017 escribió una carta abierta publicada en la revista ‘The Cut’ titulada ‘El precio de sonreír en las fotografías’ donde hablaba sobre lo difícil que es creer a las mujeres que denuncian violencia a raíz de una experiencia personal. ¿Cree que las cosas han cambiado en estos siete años?
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Es realmente difícil determinar dónde estamos hoy. En cierto modo, creo que las cosas han mejorado. La gente es más capaz hoy de reconocer determinadas actitudes y de ponerles nombre. Pero sistémicamente no sé si han cambiado mucho. Desafortunadamente, soy algo cínica al respecto. Una parte de mí dice que no.