Hace 40 años, un 25 de noviembre, lo más granado del pop británico de la época se daba cita en un estudio de grabación de Notting Hill en Londres para grabar un villancico pop. La razón era el impacto producido por las imágenes que llegaban a las televisiones británicas de la terrible hambruna en Etiopia provocada, según las fuentes de la época, por una pertinaz sequía.
En los meses precedentes, la BBC había venido emitiendo una serie de servicios documentales con imágenes desgarradoras, sobre todo de mujeres y niños, reducidos a piel tirante sobre los huesos, sin energía suficiente para parpadear y apartar las moscas que se les posaban en unos ojos terroríficamente abiertos. En la pantalla del salón se reproducían los clichés del fotoperiodismo con gente exótica sufriendo que siempre ha despertado la caridad del occidente blanco y rico.
La historia oficial cuenta que Bob Geldof, líder de los Boomtown Rats, quedó tan impactado por lo que había visto en la televisión que decidió hacer algo al respecto y levantó el teléfono para movilizar a sus amigos. Estos eran los músicos británicos de mas éxito del momento, justo en el año, 1984, en el que el pop inglés acaba de definir la musica de los 80. Aunque no se suele contar que a su lado en el sofá estaba, frente a la tele, su pareja, la periodista musical y presentadora Paula Yates, con una agenda telefónica mucho mejor y mas nutrida que la suya.
La grabación
El proyecto se plantea y se pone en marcha en poco mas de un mes. La canción la escribe el propio Geldolf junto con el exquisito Midge Ure, que en ese momento está iniciando su carrera en solitario después de hacer joyas fundacionales con Ultravox o Visage. Como productor lían al rey del momento, Trevor Horn, que viene de enlazar una cadena de hits inigualable, de Frankie Goes to Hollywood a ABC Malcolm MacLaren.
Todo tiene que ser a coste cero y los participantes deben ceder cualquier participación en sus posibles beneficios, desde los músicos a los abogados que redactan los contratos para asegurar esa cesión. Pero también los que documentan la grabación, los técnicos de sonido o incluso los conductores que traen y llevan a los cantantes. Sólo hay 24 horas para grabar la musica, las voces y mezclarlo.
Como son los 80 y el videoclip está entrando en su edad de oro se rueda mucho material ese día, con la intención de usarlo para la promoción audiovisual. Gracias a eso, contamos con horas de lo mas granado del pop de la época bromeando, probando voces, cotilleando o haciéndose la pelota los unos a los otros. Un total de 40 músicos de éxito formando lo que se denominó un “supergrupo” y que tomaría como nombre Band Aid, que podría traducirse como grupo de ayuda pero que también es un juego de palabras con el término inglés para “tirita”, lo que da lugar a un doble significado que resultará inquietante con el paso del tiempo.
Ese dia, en el estudio de grabación no cabían mas laca ni mas hombreras. Ahí estaba Bono cinco minutos antes de convertirse en el mesias de rock junto con Sting que, en ese momento, ocupaba ese trono, Paul Young, Duran Duran y Spandau Ballet juntos en el año en el que se habían convertido en las bandas mas populares del planeta, enfrentadas en la prensa pero que, como se supo mas tarde, llegaban juntos a la grabación después de una noche de juerga. Bananarama como única representación femenina junto con Jody Watley, si exceptuamos a Marilyn (el cantante) en su no binarismo de antes de que se inventara el concepto. Dioses como Paul Weller, que hace 40 años vestían como mataríamos por vestir hoy mismo, o Phil Collins que dejaba de lado su reciente carrera en el pop facilón para volver a la batería de su adolescencia progresiva. George Michael a punto de sacar su propio single navideño, Last Christmas, y preocupado de cual de los dos temas llegaría a número uno en las listas, y Boy George con un maquillaje exquisito. No se puede pedir más. Hasta se apuntaron Status Quo, los reyes de la canción hooligan.
En los sucesivos documentales que se han hecho con los brutos rodados aquel día vemos cómo llegan, se saludan, atienden a las instrucciones de Geldolf y Ure y prueban y graban sus partes hasta llegar al gran coro final, rebosante de alegría, buen rollo y campanas al viento. Un éxito de convocatoria, de implicación y de solidaridad.
Como guinda del pastel la portada del disco se la piden a Peter Blake, el gran pintor pop inglés que, además, había hecho la portada del Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band de los Beatles. Su aportación, también realizada en un tiempo récord, fue un collage de elementos navideños de colores brillantes e incuestionable sabor inglés que rodean la imagen de dos niños africanos en blanco y negro comiendo algo indescriptible. La imagen resulta inquietante y quizá contiene una ironía sobre las buenas intenciones del proyecto mucho mas reveladora de lo que parecía en su momento. Como dice Blake en el documental de BBC Four The Band Aid Story (2004) , “la canción es como un himno pero con una corriente interna oscura.”
Número uno
El éxito de la canción fue absoluto. Entró directamente al numero 1 de las listas inglesas y permaneció allí durante cinco semanas. Vendió un millón de copias solo en la primera y más de tres a lo largo de esas navidades. De hecho, impediría el triunfo de Last Christmas de George Michael/Wham, que se quedaría en el segundo puesto. Fue un fenómeno global, copó las listas de muchos otros países y, lo que es más importante, recaudó más de ocho millones de libras para la causa ese año y colocó el tema del hambre en Africa en la cabeza de todo occidente.
Tanto es así que los americanos lo copiarán al año siguiente en canción todavía más grande y con más participantes, We are the world, un remake protagonizado por Michael Jackson, Lionel Richie y Quincy Jones en los papeles de Geldolf, Ure y Horn respectivamente. En realidad, esta historia se complica más, porque el que tuvo la idea de replicar el ejemplo inglés fue Harry Belafonte, y con el tiempo han surgido cuestiones sobre la cesión de derechos de la canción, incluyendo la subasta del contrato de cesión de Jackson por 8.000 dólares en 2009.
En 1985 se celebraría el mega concierto benéfico, simultánemente en dos sedes de dos continentes, el estadio Wembley de Londres y en el John F. Kennedy de Filadelfia, bajo el nombre común de Live Aid. Un concierto al que se apuntaron los que no habían podido acudir a la cita de la grabación, los que no lo supieron en su momento y querían apoyar la causa y los que se quisieron subir al carro ahora que era un éxito.
Luego vendrían otras iniciativas similares desde otras geografías y otras lenguas y sobre todo daría lugar al subgénero musical de canciones de beneficencia que llega hasta nuestros dias. En 2010, por ejemplo, Artistas por Haití cantarían Somos el mundo, con tantos participantes que es difícil saber cuándo se acaba la pagina de wikipedia que los enumera.
Con el tiempo, Do They Know It’s Christmas? se ha convertido en un mito inglés poco conocido mas allá de las islas, mientras que su gemela americana se ha llevado toda la fama y el concierto (los conciertos) promovido por Geldof y Ure ha pasado a formar parte de la historia del rock. Se usó en el biopic de Freddy Mercury a modo de epifanía, es recordado como el primer directo internacional de una jovenzuela llamada Madonna, que actuó en el de Filadelfia, o como el dia en el que Simon LeBon acabó con la carrera americana de Duran Duran porque se le escapó un gallo.
Los 80, a pesar de su fama de cardados y superficialidad, fueron una época de concienciación y compromiso por parte de la comunidad musical. En el caso inglés, mas todavía, con las luchas de los años 70 todavía recientes y la contestación a las políticas neoliberales de Margaret Thatcher. En este proyecto concreto se puede echar de menos a Bronski Beat, mucho más politizados, pero es cierto que Sting se pasará la década cantando gratis para Amnistía Internacional y llamando la atención sobre los desaparecidos en Chile o Argentina. O esa joya de álbum que es Red Hot + Blue, que cerraría la década con Neneh Cherry o Sinead O’Connor cantando temas de Cole Porter para recaudar dinero para la investigación contra el SIDA, cuando hablar sobre el tema era todavía un tabú.
Los blancos al rescate
Pero con el paso del tiempo, algunos detalles empezaron a chirriar. El primero la idea de África, el continente, para referirse al «otro», un otro racializado, no blanco, exótico, en un razonamiento decimonónico al que, como en el mundo colonial, el mundo blanco tiene que prestar su ayuda. De hecho, aunque toda la campaña se refiere a la situación en Etiopia, la letra habla de África como un todo. “Lleva la paz y la alegría al África occidental estas navidades”, dice. Como si fuera una señora victoriana en una novela de Dickens, la canción anima a “alimentar el mundo, hazles saber que es Navidad otra vez”. En un momento dado, Bono canta: “Agradece a Dios que hoy les toca a ellos y no a ti».
Pero quizá el problema más grave sea el hecho de no mencionar o cuestionar las razones de la hambruna, que no se debía sólo a causas naturales sino, sobre todo, a las consecuencias de la guerra civil que asolaba el país como enésimo caso de post colonialismo dentro del marco de una Guerra Fría todavía en plena vigencia.
El problema es más grave si se tiene en cuenta la insistencia con la que los músicos británicos se empeñan en volver una y otra vez sobre el tema. En 1989 Geldof convocaba la Band Aid II, una auténtica secuela en la que se repiten los mismos eventos pero el resultado es peor. Otra vez, las prisas, Etiopia y el buen rollo pero esta vez con Kylie Minogue o Cliff Richards. En 2004 se insiste con Band Aid 20 (por el veinte aniversario de la primera formación del supergrupo), en esta ocasión bajo la propuesta de Chris Martin de Coldplay. Además de los que repetían (Bono) se incorporan Roisin Murphy, Robbie WilliamsDido o Paul McCartney. Finalmente en 2014 llegaría Band Aid 30, en esta ocasión dedicada a la crisis del ébola y que asume a toda una nueva generación de cantantes que no habían nacido cuando se grabó la primera versión: One DirectionEd SheeranSam SmithRita Ora… Se realizan cambios en la letra para distinguir que ahora el problema no es alimentar al mundo, sino sanarlo.
Un ejercicio fascinante es comparar otro documental emitido en 2004 por la BBC, Band Aid: The Song That Rocket the World, que narra “la historia de 24 horas que cambiaron vidas”, con los brutos que acaban de aparecer este mismo mes en el canal de YouTube de LiveAid. En el primero la narración heroica del white savior (el ‘salvador blanco’), en la segunda el cuestionamiento de la insistencia en el tema navideño. ¿Por qué no la hanuka o el ramadán?
En la reunión del 30 aniversario, en 2014, el musico británico ghanés Fuse ODG rechazó públicamente y en el ultimo momento participar en el proyecto con unas declaraciones muy críticas sobre la letra, el contenido y el trasfondo de la canción. En un artículo que publicó entonces en The Guardian explicaba cómo, a pesar de lo honrado que se sintió con la invitación de Bob Geldolf, le resultó imposible identificar lo que se describe en la letra de la canción con la Ghana que visitaba en sus vacaciones. También le resultó inadmisible suscribir la descripción de un continente rico y potente con la imagen de siempre de enfermedad y pobreza. Decía literalmente que su objeción iba «más allá de la ofensiva letra” y que lo que pretendía era dar una visión del continente empoderada y orgullosa.
Este año se celebra el 40 aniversario de la grabación inicial y no podía faltar una nueva versión. Esta vez prometía ser la mas grande, mas completa y con mas estrellas musicales que ninguna. Trevor Horn se encargaría de hacer un mix con todas las anteriores y Blake de una nueva portada para la renovación de un icono musical que ha recaudado mas de 150 millones de libras en estos 40 años. Sin embargo, las críticas esta vez han sido ineludibles y demasiado ruidosas. Ed Sheeran se ha quejado de haber sido incluido en esta nueva edición sin su permiso explícito porque “habría rechazado respetuosamente el uso de mi voz” ha dicho en un comunicado. Como dice “en este década mi comprensión de de la narrativa asociada a este tema ha cambiado gracias a FuseODG».
Geldolf sigue defendiendo que esta “cancioncilla” («little pop song», la llamó literalmente) ha salvado la vida a millones de personas. Lejanos ya sus años de cantante post punk y reconvertido en solidario profesional, un irlandés nombrado lord por la reina Isabel II, reconoció en la televisión recientemente que “el sentimiento cambia, la sensibilidad cambia, las opiniones cambian en cuarenta años, y eso está bien. No te puedes quedar parado. Hay que encontrar nuevas formas de combatir estos problemas y de hablar sobre ellos. Lo importante es tener ese debate”. Geldof suena como un político profesional que habla de hacer cosas pero sin hacerlas, de debatir pero no llevar a cabo, de reconocer la existencia de un problema pero no de sus propias responsabilidades en él.
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Quizá es, como dice Sting en el documental de la BBC de 2015, que “hay una ingenuidad encantadora en la canción. Creo que una canción mas sofisticada no habría funcionado. Tenía que ser un villancico, una visión simplificada e idealista”. Probablemente una iniciativa que hubiera entrado en el problema de una manera real no hubiera conseguido el apoyo masivo ni de los músicos participantes ni del público que compró el disco, y en ese caso no se hubieran recaudado los fondos que sirvieron para ayudar a mucha gente. Otra cosa es que se pueda repetir la experiencia sin cuestionarla.