¿Qué supone para usted conseguir el Premio Nacional de Artesanía?
Es una satisfacción muy grande. Hay que tener en cuenta que llevo toda la vida trabajando en alfarería y que te reconozcan, que te hagan este tipo de reconocimientos a tu vida profesional, pues la verdad es que es muy satisfactorio. Es un regalo que llega a poco tiempo para la jubilación. La verdad es que me siento muy orgulloso.
¿Se ha reconocido una trayectoria de más de cuatro décadas?
Llevo más de cuarenta años en la alfarería. Comencé muy chico, con solo 11 años. La verdad es que llevo toda mi vida dedicado a la alfarería, aparte de 10 años que trabajé en Barcelona. Y desde los 24 en la alfarería de La Rambla.
¿Qué cree que ha valorado el jurado a la hora de otorgarle este reconocimiento?
Pues la verdad no lo sé, entiendo que eso habrá que preguntárselo a ellos. Imagino que han valorado la trayectoria, la vida profesional, el material, la forma de trabajar. Bueno, yo me caracterizo, y así lo quiero hacer siempre, por trabajar de forma muy artesanal, de una forma tradicional como se ha hecho siempre. En mi taller, prácticamente, no usamos máquinas, solo empleamos las manos, aparte de máquinas que preparan el barro y los hornos. Todo lo hacemos muy manual. Me imagino que habrá sido también esto lo que hace que te den este premio, pero la verdad es que es difícil contestar a esta pregunta. ¿Qué han valorado ellos? No lo sé. Este premio es a la artesanía, por tanto, se valora mucho lo artesanal.
¿Cuántas personas tiene trabajando en el taller?
Somos cinco personas. Es una empresa familiar. Empecé solo y a medida que ha habido más trabajo hemos incorporado más personas. Desde hace 25 años llevo en la empresa con personas contratadas.
El Ministerio de Industria le ha reconocido con su máxima distinción por su innovación en la técnica cerámica y su compromiso sostenible
Su obra, ¿a dónde llega? ¿Cuáles son sus principales clientes?
Nosotros trabajamos en la hostelería el gres de alta temperatura, un material que tratamos a alta temperatura, que no está muy visto en la cerámica tradicional y es apto para la hostelería porque un material muy duro. Hoy en día se valora mucho el plato artesanal, está muy bien visto por la hostelería, pero siempre que sea con una alta calidad.
¿Qué tipo de clientes tienen?
Trabajamos con Bodegas Mezquita, Paco Morales, la taberna El Pisto, el hotel Balcón de Córdoba, el hotel Lola… También lo hacemos con tiendas especializadas de cerámica, tenemos tienda ‘on line’, elaboramos vajilla con diseñadores…
¿Qué productos puede comprar una persona que se acerque por su taller de La Rambla?
Pueden adquirir vajillas personas que se casan, para un aniversario, para fincas en el campo… También hacemos vajillas de diario, junto con productos de menaje.
¿Cómo ve usted la situación de la alfarería en La Rambla?
No es tan mala como antes de la pandemia del covid-19. Porque a raíz de la pandemia se estabilizó y mejoró bastante con respecto a los años anteriores, que se vio muy afectada por la crisis de 2008.
¿En La Rambla se sigue innovando y hay empresas que están cambiando el producto tradicional por otro más innovador?
Sí, claro. Hay muchas alfarerías aquí en La Rambla que están apostando por eso, por el diseño, por la innovación, por las nuevas decoraciones y están evolucionando bastante.
Entre sus piezas y productos, uno de los más peculiares eran las pajaritas. ¿Siguen haciendo pajaritas?
Sí, las pajaritas eran un trabajo que hacía mi hijo cuando estaba aquí en el taller. Lo que pasa es que ahora no está con nosotros, aunque sigue colaborando. Ahora está dando clases de cerámica en la Escuela de Arte de Jerez. Entonces, lo de las pajaritas lo tiene un poco dejado de lado.
¿Tiene descendencia su taller?
Mi hijo trabaja conmigo y también colabora mi otro hijo en el diseño, aunque tenga su trabajo aparte, y mi mujer.
¿Cuáles son los problemas de la artesanía de La Rambla? Supongo que la competencia que está llegando de otros mercados con menor calidad, ¿no?
Bueno, eso ha sido siempre, eso está como encallado ya, al importar productos de países asiáticos. Pero lo tenemos asumido. Incluso desde aquí, desde La Rambla, hay algún fabricante que hace piezas en China. Pero, vamos, aparte de eso, el problema no solo en La Rambla, sino también a nivel nacional es el relevo generacional, el aprendizaje. Es complicado formar a un aprendiz porque la figura del aprendiz no existe en los talleres. Entonces, al no existir no se pueden formar. Hoy se forman en las escuelas, en las escuelas de arte y oficio. Hay muy pocos alumnos con una edad adecuada para los oficios de artesano, porque son alumnos que tienen ya muchos años y que van por otros motivos, no por el aprendizaje, aunque también los hay. El oficio de la alfarería, que es el que conozco, es de los más difíciles de aprender.
Si tuviera que dar un consejo a alguien que quiere ser ceramista, ¿qué consejo le daría?
Yo le aconsejaría positivamente. Me encantaría que hubiera muchos artesanos, que hubiera muchos alfareros. Pienso, y estoy convencido, de que la artesanía y la alfarería tienen muchísimo futuro. Pero la alfarería de verdad, la alfarería artesanal, la alfarería que se dedique a hacer, a diseñar y a ir con otras ideas. En el mundo no podemos elaborar piezas como las que se hacían antiguamente. Hay que adaptarse a los tiempos actuales. ¿Quién me iba a decir que haría un plato para un chef con tres estrellas Michelin? Recientemente, hice unos regalos de cerámica para una convención de los mejores hoteles del mundo en Málaga. No me imaginaba que podría hacer ese tipo de regalos. Hay muchísimo campo donde trabajar para un artesano que se dedique a la alfarería.
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