En un video divulgado recientemente, el reconocido comunicador dominicano Mario Herrera expone un escándalo internacional que involucra a la República Dominicana, sindicada como un «almacén del narco» en el Caribe. La acusación proviene del presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, quien no solo señala al país como una ruta de tráfico de drogas, sino como un «narcoestado» liderado por el presidente dominicano, Luis Abinader.
Herrera, en su intervención, destaca que esta acusación no proviene de un medio tradicional o un youtuber, sino de un presidente de un país, lo que eleva la gravedad de la situación. Arévalo declaró que un contenedor con sustancias prohibidas fue «contaminado» en la República Dominicana, insinuando que el país no solo es una ruta, sino un lugar donde se carga y almacena droga.
El comunicador insiste en que la acusación del presidente guatemalteco ha generado una crisis diplomática y moral para el gobierno dominicano. En el video, Herrera afirma que la respuesta no puede ser de menor calibre, sino que debe venir directamente del presidente Abinader, quien debe desmentir con evidencia contundente las afirmaciones de Arévalo.
Herrera también menciona que la República Dominicana se encuentra en una posición de desventaja moral debido a los escándalos pasados relacionados con el narcotráfico, incluyendo dirigentes del partido de gobierno involucrados en casos de narcotráfico y condenas en los Estados Unidos. Esto ha llevado a que el país sea percibido internacionalmente como un actor comprometido con el tráfico de drogas.
El comunicador destaca la importancia de una respuesta rápida y transparente por parte del gobierno dominicano. Insiste en que el presidente Abinader debe emitir un informe detallado que desmienta las acusaciones de Arévalo, demostrando que el contenedor interceptado en el puerto de Caucedo no fue cargado en territorio dominicano, sino que llegó ya contaminado desde Guatemala.
Además, Herrera menciona que el silencio del gobierno dominicano podría ser interpretado como una admisión de culpabilidad, lo que tendría consecuencias graves para la reputación del país a nivel internacional. Insiste en que la respuesta no puede ser delegada a funcionarios de menor rango, sino que debe ser una acción directa y contundente del presidente.
El comunicador termina su intervención con una llamada a la acción, instando al gobierno dominicano a no solo desmentir las acusaciones, sino a demostrar su compromiso con la lucha contra el narcotráfico y a despejar cualquier duda sobre su involucramiento en actividades ilícitas.
Este escándalo no solo afecta la reputación de la República Dominicana, sino que también plantea preguntas sobre la cooperación internacional en la lucha contra el narcotráfico y la necesidad de una mayor transparencia en los gobiernos de la región.
