Encarnó a mujeres con una personalidad a prueba de bomba, a menudo desgarradas por la herida pero fuertes, pasionales, que sufrían como no ha sufrido casi nadie en el cine español pero que acababan siguiendo adelante con esa elegancia que fue una de las características que la convirtieron en el magnético icono de nuestro cine que ha sido. Personajes memorables como la Becky de Tacones Lejanos, una artista con una desgraciada trayectoria como madre de Victoria Abril, o la Leo de La Flor de mi secreto, escritora de novelas románticas con una carrera y un amor embarrancados.
La actriz madrileña Marisa Paredes, una de las personalidades más destacadas del cine español, ha fallecido a los 78 años de edad, según ha informado este martes la Academia de Cine, institución de la que fue presidenta entre 2000 y 2003. Según ha dicho su marido, Chema Prado, la actriz habría fallecido a consecuencia de un fallo cardiaco en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid, adonde la se habría dirigido en la noche del lunes al empezar a sentirse mal.
Icónica chica 112682518con más de 75 películas, 80 series y una decena de obras de teatro a sus espaldas, fue Paredes una actriz admirada, de esas que se suelen calificar como «grandes damas» de la pantalla o de las tablas, con una carrera que le dio fama internacional y que la llevó a trabajar también en otros países como México, Francia o Italia. Fue recompensada con numerosos galardones, como el Premio Nacional de Cinematografía, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes o el Fotogramas de Plata, y también con un premio Goya, aunque este llegó muy tarde y fue el de Honor (2018), ese que, para intérpretes de su talla, parece más bien un premio de consolación o de desagravio, y eso a pesar de que había presidido la institución que los entrega.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se ha declarado las redes sociales «desolado por la noticia del fallecimiento de Marisa Paredes, una de las actrices más importantes que ha dado nuestro país. Su presencia en cine y teatro y su compromiso con la democracia serán un ejemplo para generaciones posteriores». El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, ha dicho por su parte que «su manera de interpretar, de vivir la vida y contárnosla a los demás hicieron de Marisa Paredes una de nuestras actrices más admiradas. Recordaremos su talento, su voz, la elegancia ética y el compromiso de quien encarnó lo más alto de la cultura española». Y se ha despedido de ella con un «hasta siempre, Marisa».
Las reacciones del mundo del cine y de la cultura han ido cayendo en cascada a lo largo de toda la mañana. La de los Almodóvar, Pedro y su hermano y productor Agustín, se conocía a través de la cuenta en X de este último, un escueto y doloroso «Desolados por la noticia. Hasta siempre, queridísima Marisa». El Festival de Cannes la ha querido recordar con uno de sus momentos más icónicos en la pantalla, la secuencia de Tacones lejanos en la que Paredes interpreta el bolero Piensa en mí (que canta Luz Casal). Otra insigne chica Almodóvar, Penélope Cruz, con la que trabajó en Todo sobre mi madre, ha tenido un recuerdo para Marisa Paredes en su perfil de Instagram: «Nos dejas demasiado pronto. Te quiero».
Rodeada de teatro
Madrileña de la Plaza de Santa Ana, vecina de ese “barrio de las musas” en el que vivieron Cervantes o Lope de Vega, se crio a la sombra del Teatro Español y del de la Comedia, que desde niña despertaron en ella las ganas de viajar a otros mundos y meterse en otras vidas. Tenía apenas once años cuando dejó el colegio y, a escondidas de unos padres que soñaban con convertirla en secretaria, se matriculó en Arte Dramático.
Enrolada en diferentes obras como meritoria, su primer papel con texto fue en Esta noche tampoco (1961), de la compañía de Conchita Montes, donde sustituyó a última hora a la segunda actriz. Muy pronto quiso también trabajar en el cine, apareciendo en pequeños papeles de comedias de la época como Los económicamente débiles (1960), el clásico del terror de Jesús Franco Gritos en la Noche o una obra más autoral como El mundo sigue, su primer trabajo con Fernando Fernán Gómez. El cine de entonces le parecía esencialmente comercial y banal, por lo que muy pronto se enroló en el teatro televisivo de programas como Novela, Teatro de siempre o Estudio 1.
Su carrera cinematográfica comenzó a tomar vuelo con Ópera Prima (1980), la película de Fernando Trueba donde recordaba haberse presentado en el rodaje sin haberlo preparado demasiado con unos también bisoños Oscar Ladoire y Antonio Resines. No tardarían en llegar sus títulos con Pedro Almodóvar: el primero fue la irreverente Entre tinieblas (1983), pero su peso fue aumentando en producciones como Tacones lejanos (1991) o La flor de mi secreto (1995), títulos muy populares y muy reconocidos que fueron los que la convirtieron en una actriz icónica reconocida internacionalmente. Llegarían después Todo sobre mi madre (1999), Hable con ella (2002) y La piel que habito (2010). Ella, chica Almodóvar de la primerísima hornada, siempre reconocería, sin embargo, que el director que la había convertido en la actriz que todos conocemos fue Agustí Villaronga y su película Tras el cristal (1987), en la que encarnaba a la mujer de un nazi.
Carrera internacional
Actriz dotada tanto para la comedia como para el drama, a lo largo de su carrera participó en otras importantes películas del cine español, como Las bicicletas son para el verano de Fernando Fernán Gómez (1984), Tierno verano de lujurias y azoteas de Jaime Chávarri (1993) o Petra, de Jaime Rosales (2018). Fuera de España, algunos de sus papeles más destacados fueron los de La vida es bella de Roberto Benigni, Profundo Carmesí de Arturo Ripstein o El espinazo del diablo de Guillermo del Toro, aunque también trabajó con directores de la talla de Alain Tanner, Raoul Ruiz o Manoel de Oliveira.
En teatro, participó en importantes producciones de Las criadas, en los años ochenta, y de Hamlet, ya en los dosmiles, en la que compartía protagonismo con Eduard Fernández y en la que la dirigía su gran amigo y cómplice en la escena Lluis Pascual. A partir de mayo tenía previsto regresar a las tablas con Cargada de futuro, a las órdenes de este. Fue también una personalidad muy vinculada a la moda, favorita de diseñadores como Sybilla o Jesús del Pozo.
En televisión trabajó en series como Las doce caras de Eva (1971-72), serie de protagonismo femenino estructurada en torno a los signos del zodiaco por la que pasó todo el que sería alguien entre los actores de su generación. Más tarde lo hizo en la ambiciosa Goya (1985), en el episodio dirigido por Iván Zulueta de Delirios de amor (1989) o en la popular Las chicas de hoy en día de Fernando Colomo (1991). También fue la reina Sofía en Felipe y Letizia, la TV movie de Joaquín Oristrell sobre la relación entre los actuales monarcas.
Su último trabajo en la pantalla ha sido en Vestidas de azul, la serie de televisión sobre la vida de un grupo de mujeres trans en los años de la Transición en la que tenía un pequeño papel. Deja pendiente de estreno en cines Emergency Exit, de Lluís Miñarro.
De su relación con el director de cine Antonio Isasi-Isasmendi nació en 1975 su única hija, la también actriz María Isasi. Desde 1983 estaba casada con Chema Prado, que dirigió la Filmoteca Española durante casi 30 años.
Con una conciencia política que se había gestado en el seno de una familia humilde presidida por un padre de derechas y una madre con una difusa conciencia feminista, fue siempre un personaje público comprometido con las causas de la izquierda, que no dudó en posicionarse a favor de la reelección de José Luis Rodríguez Zapatero en 2008 o, más recientemente, en defensa de la causa palestina.