Quien fuera guitarrista de Seguridad Social, Cristóbal Perpiñá, pasó varios días de angustia junto a su amigo Marcos Casañ viendo a través de una cámara de seguridad el interior de su herboristería inundada por la DANA en el municipio valenciano de Massanassa. Como tantos comercios de la comarca, el agua procedente del barranco del Poyo irrumpió en el establecimiento el 29 de octubre provocando pérdidas irreparables. No fue hasta pasada una semana, cuando un cerrajero logró abrir la persiana de la tienda por primera vez, cuando Cristóbal pudo comprobar todo el daño que la fatal riada había provocado en su negocio.
Hasta entonces, el dueño de la herboristería y su amigo Marcos habían podido ver a través de la cámara wifi algunas cosas flotando sobre el barro y el agua estancada y otras a las que, por suerte, el agua no había alcanzado. Pero la imagen no daba pistas sobre qué le había podido ocurrir al «tesoro» que Casañ había puesto a recaudo de su amigo: su colección de más de 8.000 carteles de conciertos de rock, posiblemente la más grande de este tipo que hay en España.
«Ayer fué uno de esos momentos a los que llamo (por culpa de la catástrofe), los milagros de la DANA», anunciaba Casañ en sus redes sociales. «Para mí ha sido como encontrar el arca perdida porque la mayoría de ellos están intactos», añade ahora para Levante-EMV.
La colección de de Marcos Casañ cuenta con cerca de 8.000 carteles promocionales y de conciertos celebrados entre las décadas de los 70 y los 90, todos ellos originales y muchos firmados por su protagonistas. Incluye además matrices, entradas, pases de prensa, invitaciones, carteles de las discotecas de la Ruta o incluso los set-list de algunos recitales el del primero de The Cure en València.
Hasta el pasado verano, la colección se encontraba en la última planta de la vivienda de los padres de Casañ en Sedaví pero, tras ponerla a la venta y ya que no caben en su casa, la trasladó a la tienda de su amigo Cristóbal Perpiná en Massanassa a la espera de encontrar un lugar mejor. Perpiñá tiene desde hace más de 20 años una herboristería, pero antes fue guitarrista de Seguridad Social en la época de discos como Vino, tabaco y caramelos e Introglicerina.
Allí, en la misma trastienda en la que Perpiñá guarda sus amplificadores y sus guitarras más preciadas, habían quedado protegidos con unos estuches fabricados a propósito por Edu Vivó (otro histórico de la escena musical valenciana) algunas joyas de la historia española del rock’n’roll como el cartel del primer concierto de Ramones en el país y el del segundo de The Clash. O el de la actuación de Parálisis Permanente en una sala de León la noche en que su líder, Eduardo Benavente, murió en un accidente de circulación.
También había posters de Loquillo cuando aún estaba con Los Intocables o de Alaska con Kaka de Luxe. Y uno de Nirvana en la Plaza de Toros de València en el que aún aparecen los Surfin’ Bichos como teloneros pese a que finalmente fueron sustituidos por Teenage Fanclub. También están los más de 300 posters de la Sala Rock-Ola de Madrid que el Museo Reina Sofía le quiso comprar a Casañ para su colección y de los que el coleccionista valenciano no ha querido desprenderse.
Todo aquello se hubiera perdido como se han perdido tantas cosas en esta catástrofe si Marcos no hubiera seguido una máxima familiar: «Mi padre siempre decía que guardáramos las cosas valiosas en alto, que estos pueblos están muy cerca del mar. Mira por donde, tenía razón».
Casañ había tenido la prudencia de situar los 8.000 carteles en un lugar alto de la trastienda, lo que impidió que el agua llegara hasta ellos. Además, él, pero sobre todo Perpiñá, tuvieron la suerte de que, aunque la barrancada entró de lleno por la calle en la que está la herboristería, el agua siguió calle abajo y solo alcanzó el medio metro de altura en el interior del establecimiento. «El agua no alcanzó los carteles pero han estado casi un mes rodeados de agua y barro y la humedad no es buena para ellos. He tenido que tirar muy pocos».