A sus 82 años, Miguel Ángel Revilla es el político más mediático de España. Y no solo porque haya gobernado durante 16 años en Cantabria, sino porque es un habitual de los platós televisivos. Sobre todo el de ‘El hormiguero’, donde ha estado la friolera de 35 veces. Incluso hace unos días se reveló como la ‘celebrity’ que se escondía bajo la máscara de Brócoli en el concurso de Antena 3 ‘Mask singer’. Ahora tiene nuevo libro, ‘Por qué pasa lo que pasa’ (Espasa), donde, además de hacer un autorretrato y repasar sus defectos, analiza la actualidad política de España. Dice que no será el último, porque con los recientes escándalos el país es «un hervidero de noticias».
¿Por qué tienen tan mala fama los políticos?
Fundamentalmente por dos razones. La primera, por la percepción que tiene la gente de que no son de fiar. Eso desmoraliza mucho porque los que nos dirigen son los que deberían ser los más serios y coherentes. Yo tendré defectos, como todos, pero no el de decirle a los ciudadanos en una campaña electoral qué voy a hacer y hacer luego lo contrario. Por eso hay políticos que no pueden salir a la calle. A mí no me pasa.
¿Y la segunda?
Porque hoy a la política está llegando gente de muy escaso nivel, una pléyade sin vocación, que llegan para encontrar un trabajo. Esa gente es muy peligrosa porque no tiene otra cosa y se amarran al cargo con la consiga de destrozar al rival y no argumentar, sino ir a por él para que me aplaudan más los míos. Y no tienen currículum. Los romanos ya pedían un currículum para entrar en el Senado y aquí no pides ni título universitario. Yo llegué a la política después de ser el director de un banco y profesor universitario. Yo lo primero que le pediría a un político es que me explicara qué ha hecho, a ver si merece la pena. Porque si ni siquiera ha hecho nada para él, es difícil que lo pueda hacer para los demás.
¿Lleva con orgullo ser el político más mediático?
No paro de ir a programas, tal vez por contraposición a lo demás que están viendo. Yo no he robado nunca nada, soy un político vocacional y no insulto. Si llamo a alguien corrupto es porque tengo la sentencia. Además, según me dicen, la gente entiende lo que digo. Muchos hablan para que no se les entienda porque no quieren mojarse.
En ‘Por qué pasa lo que pasa’ sorprenden los elogios que le dedica a Oriol Junqueras, porque ideológicamente están muy distanciados.
Le tengo un respeto enorme. Podemos discrepar, pero con ese hombre iría a cualquier lado. Me parece honrado, coherente con su ideas, preparado, no le he visto faltar el respeto a nadie… Ya tenía un buen concepto de él porque soy muy amigo del subdirector de la cárcel en la que estuvo y me contaba que no había habido un preso con una condición humana como él: asumiendo el castigo, siendo solidario, dando clases a otros reos… Siempre me he preguntado, con lo inteligentes que son los catalanes, cómo votaron más al fugado que a él, que aguantó el tipo aquí y ha pagado con la cárcel lo que hizo.
El emérito, en cambio, es su gran decepción.
Totalmente. Es que a mí el 23-F me marcó muchísimo. Y claro, convivir 16 años de presidente con él, tantas comidas… Yo le caía muy bien.
Y a usted él, que le dedicó incluso la portada de su primer libro.
Sí, salgo poniéndole unas alpargatas. Pero de repente aparece todo lo de Corinna, el dinero… Tuve la oportunidad de decirle que no me volviera jamás a saludar ni a llamar mientras no devolviese todo lo que se había llevado fuera y pidiese perdón. Lo que no puedo entender es que haya gente que le defienda y que le haga la rosca cuando viene a las regatas. Me hace pensar que hay una parte de España que está en esa dinámica, que haría lo mismo que él.
Tiene el récord absoluto de visitas a ‘El hormiguero’. ¿Entiende la guerra que se ha montado entre Pablo Motos y David Broncano?
Son dos programas gallos que están en la misma franja horaria y tiene que pelear por la audiencia. Yo soy de ‘El hormiguero’, claro.
«Si me viera como Biden me daría vergüenza»
¿No iría nunca a ‘La revuelta‘?
Es que va con mi manera de ser. Broncano es un tío muy listo, inteligente, y su programa me parece muy interesante, pero yo soy de fidelidades absolutas. Desde los 18 años me he cortado el pelo con el mismo peluquero, hasta que murió hace dos años, siempre me tomo el café en el mismo sitio… Los dos primeros años no fui a ‘El hormiguero’ porque alguien me dijo que el programa no era para mí. Hasta que un día me llamó Pablo personalmente y le dije que es que ni siquiera había visto el programa. Lo vi y pensé, ¿por qué no? Puse como condición que ni experimentos, ni hormigas, ni nada, que yo iba allí a una entrevista.
Y ya lleva 35 visitas.
Yo soy conocidísimo por ‘El hormiguero’ porque hemos hecho grandes audiencias, y no sería capaz de ir a otro programa que coincidiera a la misma hora, sabiendo que le estoy haciendo la competencia a Pablo. Es que me daría apuro. No me sale, no le haría esa trastada. No porque él me haya dicho nada, sino porque sé que no le gustaría. Yo a él le tengo, además, como de casa. Los cumpleaños de los últimos tres años los celebro en el programa y después nos vamos a cenar juntos. En ‘El hormiguero’ me han dejado hacer lo que me ha dado la gana, poner mis condiciones, me han permitido hacer publicidad de un proyecto que tengo en África, Babies Uganda, donde estamos haciendo una escuela y un hospital… Ahora volveré en enero, en mi cumpleaños, para subastar una hormiga gigante firmada por los famosos que han visitado el programa. Espero sacar bastante dinero para el hospital.
¿No volverá a presentarse a las elecciones en Cantabria?
No, y eso que creo que volvería a ganar. Si fuera otros cuatro años presidente y me viera como Biden me daría tal vergüenza que no podría. No es que esté mal, pero se van notando los años. La cabeza y la memoria las tengo bien, me muevo sin bastones, subo y bajo escaleras, pero son 82 años y ya está bien. Pero soy muy adaptable y me reciclo rápido. Seguramente este no será mi último libro porque diariamente me están suministrando razones para hacer otro, con todos los casos que están saliendo. Hago muchos pregones y me han nombrado embajador del brócoli.