La hojarasca suma un nuevo hito en su trayectoria con la nominación al Premio Feroz Arrebato de no ficción, ¿cómo recibe esta noticia?
Esta nominación es un reconocimiento maravilloso a un trabajo invisible de muchos años y de todo un equipo volcado en este proyecto que, para mí, es muy personal. Por esta razón, estoy muy agradecida, especialmente, porque es el reconocimiento a una labor de picapedrero, no solo en cuanto a hacer esta película, sino que una vez que estaba terminada ha sido posible, con nuestros recursos modestos, llevarla a festivales de todo el mundo, que se distribuya en España y que sea accesible para el público. Y esa es una labor preciosa que han hecho tanto la productora El Viaje Films como Pleamar y la agencia de ventas Split Screen. Esta nominación es un reconocimiento a todo ese trabajo en equipo hecho con tanto esfuerzo, tesón y pasión.
Justo en estas fechas se cumple un año desde que anunciamos el estreno absoluto de La hojarasca en la Berlinale, uno de los festivales más prestigiosos del mundo. ¿Cómo describe ese viaje internacional cosechando premios y críticas positivas hasta la fecha?
Precisamente hacía recuento estos días, en estas fechas que son tan propicias para ello, y me parece como si hubiese vivido un montón de experiencias de una manera muy intensa y veloz, como si rebobináramos hacia atrás un viejo cassette y me dijera: ¡todo esto pasó en un año! Me siento muy agradecida: esa es la palabra que más empleo para describir esta sensación porque este año ha sido un viaje de crecimiento, de continuar ese proceso intenso que ha supuesto la creación de La hojarasca. Concluir este año con tanto amor por haber realizado esta película con mi propia familia ha sido muy emocionante.
«Concluir este año con tanto amor por haber realizado esta película con mi propia familia ha sido muy emocionante»
Protagonizada por su propia madre y sus dos tías en su primera vez frente a la cámara, ¿qué ha supuesto el gran impacto internacional de esta película en el plano familiar?
Creo que ha supuesto muchas cosas positivas. Ellas no han tenido quizás la misma posibilidad que yo de poner orden de una manera terapéutica las cuestiones de la familia y esa herencia, en el sentido amplio de la palabra, porque son generaciones que no han podido rumiar estos temas acompañadas. Entonces, el haber transitado este viaje con ellas nos ha permitido a todas destrabar y sanar algo de una manera profunda. Quizás aún no somos capaces de percibirlo en su totalidad, pero ha sido un proceso muy bonito de compartir en familia después de muchos años de distancia. Poder hablar, jugar y reírnos sobre temas tabú que formaban parte de la familia me parece muy valioso. Y el hecho de que mi madre y mis tías hayan sido valientes y hayan apostado a jugar a este juego que no tenía reglas y que no sabíamos hacia dónde nos iba a lleva ha sido el mayor regalo de este proceso.
¿En algún momento sintió vértigo por mostrar o exponer ese núcleo duro familiar en pantalla grande?
Para mí, todos los premios y regalos que siento que recibo están conectados con la parte emocional de este viaje que, por un lado, es cinematográfico pero, por otro lado, es de vida y de crecimiento personal, porque La hojarasca ha significado compartir con espectadores que no conoces, ni te conocen, algo que es muy íntimo, pero para darle otro cariz u otro valor. Para mí, este proyecto no ha consistido en desnudar algo de mi familia, sino en generar vínculo. Creo que al final todos estamos conectados de una manera muy pura, porque la inocencia es propia de todo ser humano, aunque también la crueldad, pero son las emociones las que nos conectan y las que nos hacen acercarnos a través del arte y, en este caso, del cine.
La hojarasca conectó con públicos de Rumanía, Italia, Grecia o Canadá, ¿cuál cree que es el sustrato de esta película tan enraizada en un territorio como es la isla de La Palma que conmueve en todas las latitudes?
Creo que lo que conecta es algo tan primario como los vínculos, que son los vínculos despojados de toda concepción racional. Al final, el amor se demuestra de las formas más imprevisibles y eso está muy claro en los vínculos primeros de la familia. En este sentido, yo percibo que espectadores de distintos lugares se sienten conectados con esa vulnerabilidad, fragilidad, complejidad e, incluso, con esas contradicciones de las protagonistas porque, debajo de ese manto superficial de la propia imagen, hay amor y un deseo de conectar de las protagonistas que va más allá de las palabras y que yo he constatado que se percibe como público.
«Ese sentido del humor es algo con lo que yo crecí y quería ponerlo en la película»
En su primer pase en salas comerciales en Gran Canaria recuerdo escuchar al público enternecido, pero también riendo. ¿Era la intención de la película?
Sí, ternura es una palabra muy bonita. Y en cuanto a la risa, yo quería hablar de temas que quizás parecen densos y profundos, sobre todo por la forma de la película, que es como intensa u oscura, pero la idea era, a partir de esa oscuridad, poner un poco de luz y para mí estaba en esa ternura y en generar una cierta liviandad a través del humor de las protagonistas. Ese sentido del humor es algo con lo que yo crecí y quería ponerlo en la película, sabiendo que mi familia ha vivido una vida dura, con muy pocos recursos y muy pocas oportunidades, pero con esa capacidad de salir adelante a través del sentido del humor, de reírse de su pobreza y de su hambre. Para mí, esa capacidad para el humor después de tantas penurias es una inspiración, no solo para La hojarasca, sino también para mi vida y para próximos proyectos. Creo que el público también lo captó.
Junto a esas temáticas universales como los conflictos de la herencia o las tensiones intrafamiliares, ¿le preguntaban por realidades locales como el matriarcado palmero, el vareo de las almendras o la erupción del volcán?
Precisamente sobre el vareo de las almendras estuve hablando en el Festival Internacional de Documentales de Montreal, y sobre el gofio. También ocurre que hay un público universal que ha venido en algún momento de sus vidas a pasar sus vacaciones en Canarias y, de repente, en esta película conectan con todo ese imaginario que se sale de la postal turística propiamente dicha, y descubren a través de la película, esos paisajes escarpados, esa naturaleza indómita, su vegetación, su fauna, la alimentación. Luego, en Montreal, por ejemplo, hubo gente que se quedó al final de la proyección para el coloquio y comentó que conectaba con el tema de los cuidados, con esa manera de hacer y estar en el mundo más pausada, que es habitual en estos entornos rurales y que no se suele ver en el cine de manera común. Luego, en otros lugares de España nos contaban emocionados que el vareo de las almendras les recordaba al vareo de los olivos en su pueblo. Al final, hay maneras de estar conectado con la tierra o con la infancia que son afines en cualquier parte del mundo, más allá de sus variantes, y me parece muy bonito que una película que a priori no tiene nada que ver con tu vida te haga conectar con tus orígenes.
Después de La hojarasca, ahora cose poco a poco su próximo proyecto, Las porteadoras, donde sigue horadando en la estirpe de las mujeres de su familia en La Palma. ¿Qué nos puede avanzar de esta nueva aventura?
Sigo indagando y fabulando en torno a la vida de las mujeres de mi familia en El Topo, en La Palma, que es un espacio recóndito, alejado, incluso alejado del pueblo, montañoso, y quiero investigar cómo sobrevivían esas mujeres en una época que era mucho más austera y dura que la que vivimos las generaciones posteriores. Me retrotraigo a la vida de mi abuela y mi bisabuela, que son la madre y la abuela de las protagonistas de La hojarasca. En esta ocasión será una ficción más clásica, y cada vez que lo digo me imagino unas comillas enmarcando la palabra «clásica», pero sí sigo fantaseando sobre el mundo rural femenino, que creo que es un espacio muy rico que se ha reflejado muy poco en el cine.
A pesar de esa infrarrepresentación, o puede que precisamente por eso, ¿siempre tuvo claro que esas raíces serían la semilla de su universo creativo?
Siento que sí, desde el principio. Para mí, las mujeres de mi familia son mis heroínas. Y como te decía, me extraña mucho que se haya representado tan poco este mundo, que solo se haya abordado en pinceladas o géneros como el western o el neorrealismo italiano. Me parece que hay tanto por decir en torno a eso, porque son nuestras raíces o, al menos de ahí provengo yo, así que seguiré indagando por ahí.