¿Por qué es blanco el vestido de novia?

Esta es una pregunta que mucha gente se ha hecho siempre, ¿por qué es blanco el vestido de novia? Lo cierto es que tiene un sentido histórico, y lo vamos a desvelar ahora mismo, en las próximas líneas.

Sin embargo, el sentido histórico de vestir de blanco en la boda por parte de la novia es más bien reciente, pues, según hemos visto en las pinturas, la costumbre en la Edad Media era portar ropa bella, pero de cualquier color vistoso. No olvidemos que en aquella época el matrimonio era poco más que un contrato, una forma de transmitir propiedades o la perpetuación de una dinastía.

Posteriormente, si observamos pinturas del Renacimiento e incluso parte de la Edad Moderna, observamos que las novias siguen sin portar la peculiar vestimenta blanca para el matrimonio. De hecho, incluso hay ejemplos como el de la infanta María Teresa de España, que vistió de negro en sus nupcias reales con Luis XIV de Francia.

¿Cuándo llega el vestido de novia blanco?

El vestido de novia blanco no aparece hasta el siglo XIX. Es en Inglaterra cuando la prima de la reina Victoria, la princesa Carlota, porta un traje similar en su boda en 1816. De hecho, todavía se conservan sus ropajes en el Museo Victoria & Albert, ubicado en Londres.

Aun así, la tradición todavía no cobraría fuerza real. Sin embargo, unos años después, en 1840, es la reina Victoria la que se casa por el príncipe Alberto de Sajonia, y aquí sí que arranca la costumbre de vestirse de blanco que, una vez más, comienza con la realeza europea.

En aquel tiempo, los medios impresos y la recientemente descubierta fotografía empiezan a cobrar fuerza. Así pues, los retratos de la pareja con la reina vestida de blanco llegaron a muchos hogares británicos y por toda Europa. El traje radiante de la novia deslumbró a millones de personas.

Pero, todavía no fue la costumbre apropiada por la mayoría de la población. Aun habrían de pasar unos años, pues fue en el siglo XX cuando el color blanco del traje de novia se convirtió en tradición.

En el pasado siglo es cuando el blanco se asocia a la pureza y la virginidad de la novia, mostrando una infancia que pasa a adultez con este rito. Y, aunque hoy ha perdido gran parte de esa simbología, sigue siendo costumbre que la mujer vista en tonos claros el día que se formaliza el matrimonio.

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