Origen del nombre de las estaciones del año

Vamos a saber cuál es el origen del nombre de las estaciones del año, ya que este se pierde en tiempos remotos y podemos decir que hoy en día es una herencia de las civilizaciones más antiguas del planeta.

No obstante, merece la pena hacer un poco de memoria y saber qué pasa con las estaciones en el mundo. Y es que, aunque nosotros sabemos que hay cuatro, no siempre fue así y tampoco es de esta forma en todo el planeta.

Por ejemplo, en las regiones ecuatoriales por las que pasa el paralelo 0 tan solo tienen dos estaciones, que serían la estación lluviosa y la estación seca. En ambas varía de forma drástica el régimen de lluvias, pero la temperatura es bastante estable. Esto sucede de esta forma hasta el paralelo 7, donde sí que se puede establecer que hay cuatro estaciones bien diferenciadas entre ellas, puesto que los cambios son muy claros.

También hubo un tiempo en que las estaciones eran cinco, y no cuatro como sucede hoy en día. Antaño, se ubicaba una quinta que se llamaba estío, pero que desapareció hace siglos de nuestro calendario.

La pérdida del estío se la debemos a Copérnico. Fue este célebre científico el que, con su revolución, provocó que se ajustaran las estaciones y se explicaran por el movimiento terrestre alrededor del Sol. Así pues, el verano coincide con el punto en que más se aleja la Tierra del astro rey, pero dado que los rayos inciden con mayor perpendicularidad, hace más calor en una parte del mundo y menos en otra.

El origen etimológico de las estaciones del año

Bien, ya sabemos que hasta la Edad Media y parte del Renacimiento, las estaciones fueron cinco, que se diferenciaban entre primavera, verano, estío, otoño e invierno. De ello tenemos datos, ya que incluso en el Quijote se hace referencia a este antiguo fenómeno.

A pesar de la pérdida del estío, en el origen griego de las estaciones sí que se referencia. Para ello, nos hemos de centrar en la leyenda de Deméter, Hades y Perséfone. La diosa de la tierra decidió crear las estaciones basándose en el tiempo que pasaba con su hija más querida, Perséfone. Por eso, la primavera daba paso al verano y así sucesivamente.

No obstante, los nombres proceden del latín. Por eso, prima veris es el primer verano, la primavera. Veranum deriva de veris, el verano. El estío era el aestivium, derivado de aestas, también usado para el verano. El otoño era el autumnus, la plenitud del año, y el hibernum procedía de hiems, invernal, que era la época más fría.

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