Charles Darwin y la teoría de la evolución

Charles Darwin y la teoría de la evolución


Charles Darwin es uno de los científicos más célebres e importantes de la historia de la humanidad. Su ingenio e intelecto le llevaron a formular la teoría de la evolución, una de las más revolucionarias que jamás han visto la luz.

Podemos decir sin temor a errar que las teorías de Darwin están a la altura en importancia y revolución en la forma de concebir nuestro mundo de las de otros genios como Isaac Newton o Albert Einstein.

El trabajo de Darwin fue tan revolucionario e importante, que incluso le granjeó poderosos enemigos, entre ellos, la Iglesia Católica y un pensamiento tradicional que se sintió gravemente amenazado por las teorías de este científico inglés.

La teoría de la evolución de Charles Darwin

La teoría de la evolución de Charles Darwin sentó las bases del desarrollo de la vida en la Tierra, tanto de los humanos como de los millones de especies que pueblan, han poblado y poblarán este planeta.

A la altura de investigaciones como las que antaño llevaron a cabo Newton, Galileo o Copérnico, la concepción del universo, del mundo y de la vida cambió drásticamente con Darwin y otros científicos. De repente, el ser humano ya no era el centro de todo, tampoco la Tierra. Ahora, entendíamos mejor las leyes de la física y cómo los seres vivos habíamos llegado a este punto evolutivo.

Como es normal, Darwin tardó muchos años en dar forma a su teoría evolutiva. Ya desde bien joven, cuando era estudiante, incluso antes, comenzó con sus estudios de historia natural en la Universidad de Cambridge. Corría el año 1831 y el genio apenas tenía poco más de 20 años.

Con solo 22 años, Darwin se embarcó en el famoso barco científico Beagle con la idea de cartografiar las costas sudamericanas. Durante dos años de expedición, indagó y recogió todo tipo de muestras que le servirían para analizar. Esa fue la base de la teoría de la evolución darwiniana.

Con el paso de los años, Darwin sistematizaría todos sus descubrimientos tras una vida de trabajo que concluía en 1859 con la publicación de El origen de las especies, probablemente uno de los libros más importantes y rompedores de la literatura científica.

Esta obra, igual que las tesis de Darwin, le llevaron a sufrir la incomprensión de la comunidad científica y eclesiástica de la época. Nadie podía aceptar que todas las especies tenemos un origen común y que nos hemos desarrollado según la selección natural. Es decir, no somos el pueblo elegido de ningún dios, tema realmente tabú en su día que puso patas arriba cuanto se creía en su momento sobre el ser humano y el resto de especies de la Tierra.



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