Conoce más sobre la “Batalla de Muret”

La Batalla de Muret comenzó el 13 de septiembre de 1213 y se desarrolló en la población occitana de Muret, situada a 12 kilómetros al sur de Tolosa de Languedoc. Esta contienda enfrentó a Pedro II de Aragón, contra las tropas cruzadas y las de Felipe II de Francia que lideraba Simon IV de Monfort. La victoria correspondió a las fuerzas de Simón, que pasó a ser duque de Narbona, conde de Tolosa, vizconde de Béziers y  de Carcasona.

Muret era un enclave estratégico importante

Muret era una plaza que en 1212 había caído en manos de Simón de Monfort y tenía una gran situación estratégica al encontrarse entre los ríos Garona y Loja. El rey de Aragón tomó la decisión de tomar Muret y así hacerse con un lugar muy importante para sus intereses.

El asedio de las tropas aragonesas sobre la fortaleza de Muret, donde se encontraba Simón de Monfort con solo 900 hombres, hizo que Simón tomara la decisión de realizar un ataque rápido que pudiera romper las filas enemigas y librarse del cerco que le rodeaba. A tal fin, usó una salida oculta alejada de la vista de los ejércitos aragoneses para escapar.

Cuando caía la tarde, buena parte del ejército aragonés fue enviada a descansar, momento que aprovecharon las tropas de Simon para romper el cerco y sorprender a las filas aragonesas. El propio Pedro II de Aragón murió en el combate. Al conocer la muerte de su rey, las tropas aragonesas huyeron y los templarios aprovecharon para acabar con buena parte del ejército.

En esta famosa batalla, tanto las tropas aragonesas como las occitanas tuvieron muchas bajas, del orden de entre 15.000 a 20.000 hombres en total.

Consecuencias de la batalla

El hijo menor de Pedro, que sería el futuro rey Jaime I de Aragón y que estaba bajo custodia de Simón de Monfort (con cuya hija se concertó un matrimonio futuro para resolver el conflicto entre los dos territorios), tuvo que estar de rehén un año hasta que, debido a la orden del papa Inocencio III, Monfort tomó la decisión de entregarlo a los templarios.

Esta batalla marcó el comienzo del dominio de los reyes franceses en la Edad Media sobre la zona de Occitania. De la misma forma significó el final de la expansión aragonesa en esta zona que hoy es el sur de Francia.

La Corona de Aragón después de la derrota, centró todos sus esfuerzos militares en la Reconquista de la Península Ibérica.

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