OPINION: ¿Por qué yo odio a Leonel Fernández?

Hay un sentimiento inexplicable en el ser humano, este sentimiento es lo que sentimos cuando en la escuela un compañerito nos caía mal sin saber por qué. Ya de adultos, este sentimiento se traduce a la envidia, resentimiento y en muchas ocasiones al odio.    Este último sentimiento es el que hoy les confieso  siento por Leonel.

Yo odio a Leonel Fernández porque no le perdono que siendo un muchacho de barrio, llámese Villa Juana o Manhattan, haya sido elegido por las dos columnas de la política Dominicana: el presidente de turno Dr. Joaquín Balaguer y el ex-presidente y fundador de dos de los tres grandes partidos políticos en la República Dominicana; el Prof. Juan Bosch. Creados para dirigir el destino de la nación.

¿Qué vieron en él que no vieron en los demás? ¿Por qué depositaron su confianza y la tranquilidad que da el retiro del escenario político, a este joven que no era conocido ni por los quinieleros del barrio Cristo Rey?

Lo odio porque en el momento más inestable de la historia moderna Dominicana (1996), entra a dirigir un país sin ningún tipo de experiencia gubernamental, como tampoco lo tenían ningúnos de los miembros de su gabinete. Sin embargo, en meses, nos sacó del susto con su forma llana pero firme.

Los cambios en la infractutura del país fueron palpables. Yo odié con pasión los tapones que causaban la construcción de túneles, puentes, carreteras, caminos vecinales y demás actos que este recién llegado se atrevía a hacer, sin pensar en que “mal parados” dejaba a los viejos roles de la política, muchos de los cuales, dentro y fuera de su entorno, apostaban a su fracaso, pero que equivocados estaban.

¡No quiero saber ni en pintura de Leonel! Pues, cómo es posible que con unos números de popularidad por las nubes, un candidato oficial nati-muerto, este líder respete las reglas del juego y no cambie la constitución, como es costumbre hasta los días de hoy, para su continuidad en el poder.

Detesto con locura a Leonel Fernández, quien como un niño travieso e insolente en la orilla de la playa, había pisado con sus torpes pies un hermoso castillo de arena construido con el sudor del artista y el apoyo de sus seguidores. Una vez terminado el oscuro período presidencial del PRD 2000-2004, el pueblo Dominicano lo elige otra vez, con la diferencia que ningún “Viejo” lo mandó a votar por él; ellos votaron por Leonel y él revivió un país que ya estaba agonizando   cual paciente en cuidados intensivos; él le devolvió la vida.

Fuimos tantos los que le odiamos, que para que ver si se fuñía lo reelegimos otra vez en el 2008, pues pensábamos que había tenido suerte, que “doña chepa” lo había acompañado, que no importaba como la economía Dominicana había crecido, al punto que ya la inversión extranjera era visible en el desayuno que nos comíamos en Mcdonals, en los muebles que comprábamos en IKEA o en cual quiera de los grandes centros comerciales en todo el país.

No valieron las maldiciones que le eché, ni las brujerías que le mandé a hacer con cierto amigo de San Juan de La Maguana. Cuando pensé que ya había hecho todo lo posible, el muy descarado entonces viene y alivia el bolsillo de millones de personas y les hace un metro, a la altura de los países desarrollados.

Yo odio a Leonel, porque increíblemente no aprendió la lección del egoísmo y la avaricia del poder y en el 2012 vuelve a respetar como ningún otro nuestra constitución, a pesar del reclamo popular y los malos consejos de sus amigos, ya borrachos de poder; este señor se atreve a ir nuevamente en contra de lo que por siglos se había hecho costumbre, que era cambiar las reglas del juego cuando al otro le toca batear. Con la excepción de que él entendía que ese tipo de acciones ejecutivas nos podría llevar al abismo.

Odio al Sr. Fernández porque el apego a sus convicciones, le hacen obtenerse de la contienda presidencial de ese año, aún a sabiendas que la tormenta blanca del PRD azotaba con más fuerza que nunca. Dichas ráfagas de viento no dejaban avanzar al candidato oficial, es entonces cuando este muchacho de Villa Juana con el pensamiento de Bosch en su cabeza: “servir al partido para servir al pueblo”, se integra para lograr lo casi imposible: recuperarse de una desventaja de preferencia electoral de 22 por ciento en menos de cinco meses.

Sólo cuando su pueblo le ve en las calles, es alcanzada dicha proeza.

A este corazón negro y a mi alma oscura, se le hace imposible entender cómo él perdona a los que le traicionan y se venden al mejor postor; pues yo sólo conozco el odio, no entiendo su forma de sacrificar su ego, no entiendo su forma de sumar y nunca restar, no sé cómo hace para nunca, óigase bien, nunca odiar.  Yo por mi parte lo odiaré en el 2020 y si Dios lo permite, lo odiaré más en el 2024.

 

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