OPINION: La Política como herramienta de poder

La política es la base fundamental en la que se sustentan los partidos o agrupaciones que tras la búsqueda del poder tienen como objetivo, desarrollar determinadas acciones a favor de la sociedad.

Sin embargo y vista desde el criterio de muchos teóricos sobre el tema, se ha planteado esta ciencia como el estudio “de la gobernación de un Estado o Nación, y también un arte de negociación para conciliar intereses”.

Ahora bien, desde la esfera de lo que es el dominio de determinado segmento de la sociedad, la política se ha constituido en una de las piezas fundamentales para el control social, político y económico de una población determinada, y por qué no, de aquellos espacios hasta donde alcanzan nuestras narices.

En el sentido práctico de la palabra la  política en sí, el hombre casi siempre  tiende a  imponer el control hacia los demás y con la misma incrustada en su psiquis se la autoimpone como un escudo tanto para protegerse de los demás,  como para adecuar sus ideas y ponerla en práctica en los procesos negociadores en donde toma parte.

Desde la antigüedad hasta nuestros días, desde los más apartados y recónditos lugares del mundo y desde el espacio en donde habitamos, encontramos innumerables ejemplos en donde vemos a hombres que en sus inicios estuvieron dotados de las más sanas intensiones.

Estos  han llegado y llegan a ocupar espacios que de no saber manejar su inteligencia emocional y la parte ética, más luego se convierten en terribles deseos continuadores separándose del bien común para priorizar las apetencias personalistas.

Esto al final conlleva a que ese mismo individuo desarrolle en su interior la perpetuidad psicológica, con un objetivo claro y totalmente  indefinido,  que es el de mantenerse  más allá hasta donde se los permiten las reglas y leyes de ese espacio al que llegaron mediante negociaciones, acuerdos, elecciones o lo que sea.

El control en la política es algo que se debe saber manejar, visto desde el aspecto meramente científico. Pues, de no tomar en cuenta algunos de los modelos diseñados por aquellos que se han dedicados  al estudio a profundidad de esta noble disciplina, fácilmente se cae en lo que son los deseos incontrolados por superar hasta sus propias expectativas, y al final caer en lo que son las desmedidas decisiones que al final hasta nos podrían  llevar a convertirnos en dictadores no solo de aquellos espacios en donde incidimos con nuestras decisiones, sino hasta en nuestro modo de vivir y de actuar ante y para los demás.

La palabra poder es mágica, pero esa magia se debe saber usar cuando se combina con la política, pues, después de ese aspecto  no todos los que se hacen llamar políticos o que ejercen la misma tras la búsqueda del poder, saben combinar estos dos elementos.

La política como herramienta de poder, es algo que de manera irremediable va íntimamente vinculada con otros elementos muy necesarios para la toma de decisiones, desenvolvimiento con los demás: poder de persuasión y de negociación, pero sobretodo (podría citar otros más pero nos limitamos por asunto de espacio), don de servicio hacia quienes de una manera o de otra nos han tomado en cuenta para dirigir o para sencillamente “manejar” ciertas estructuras del poder.

Sin embargo el poco conocimiento de los tantos que se “meten” a la carrera política sobre el tema en cuestión, es lo que ha provocado que esta se vea relegada a preceptos muy teóricos, pero sobre todo, a desvincular el término como ciencia para suplantarlo por otras terminologías que a la larga están muy divorciadas de lo que en esencia es la política, y de esta manera acercando la misma a una dolorosa definición, como por ejemplo,  como el arte de la manipulación y la puesta en práctica de acciones indecorosas que en nada se asemeja a lo que esta bella ciencia en su esencia profesa.

JPM

 

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