OPINION: El PRM hacia una osada renovación

El PRM se encamina a una osada renovación  que marcará  un antes y un después. De conseguirlo, el Partido Revolucionario Moderno habrá contribuido a  fortalecer sus estructuras y proyecto de poder. También, habrá revolucionado nuestro anquilosado sistema de partidos.  Grandes y pequeños están, cada uno,  a merced de una dirigencia que se asume como dueña absoluta.

Pensar en cambios en el PLD es una utopía. El asunto es peor en los medianos y los llamados emergentes, más bien dependientes.  Son propiedades, no de sus dirigentes, sino de un individuo que, por antonomasia, agrega  su nombre al del partido. Identificados así  como el grupo de Fulano o de Mengano.

El otrora glorioso PRD, para citar un caso, ha devenido tristemente en el PMV, esto es el Partido de Miguel Vargas.

La propuesta planteada por consenso en el PRM rompe el esquema atrasado, cerrando las puertas al caudillismo político y abriéndolas a una nueva generación con ideas frescas, afines con estos tiempos. Nadie discute la capacidad y actualizadas visiones políticas en Paliza, Geanilda, Lugo y Carolina. Las demás candidaturas  son más de lo mismo, para no decir otra cosa.

No apreciar ni valorar el momento que vive el PRM, que culmina el 18 de febrero, es desconocer su carácter estelar y valor historio. Acordada o no, la propuesta de Luis Abinader e Hipólito Mejía da paso a una nueva generación, solución vital que las bases y organismos intermedios sabrán aquilatar a la hora de escoger a los dirigentes que administrarán el magno compromiso del 2020. El efecto reflejo de este fenómeno se verá en presiones a lo interno del PLD.

Todo no es color de rosa en tan comprometida y necesario cambio de dirección. Ningún reestructuración es  fácil, sobre todo cuando choca con intereses particulares y posiciones con vocación de hacerse inmutables.  Reacciones naturales de resistencia que, superadas, se verán  reflejadas en un dinamismo y entusiasmo provocador de nuevas ideas. Una cuestión de tiempo.

El mando horizontal, con una amplia participación de los cuadros intermedios y las bases –fórmula en la  que coinciden Paliza, Geanilda y Carolina-, compromete, asimismo, una renovación  generacional en todo el país.

Por tanto, esta tendencia debe llegar al más apartado rincón. La obra quedaría inconclusa  si sólo vemos caras nuevas arriba, mientras el resto de las estructuras permanece rezagado. Para que sea encomiable, sin reparo, el  consenso Luis-Hipólito debe ser integral y abarcador, de pies a cabeza.

cenitrd@gmail.com

JPM

 

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