OPINION: El PLD antes y ahora

 

 

Cuando en 1973, el Profesor Juan Bosch tomó la decisión de fundar el Partido de la Liberación Dominicana, el ambiente político nacional e internacional era bien distinto al que veríamos dos décadas después.

En aquel año de la fundación del PLD, la República Dominicana estaba en el fragor de los infaustos 12 años del Dr. Joaquín Balaguer; los presos políticos llenaban las cárceles, los asesinatos políticos ensangrentaban las páginas de los diarios, y las protestas eran el pan de cada día.

Tres hechos ocurridos antes de nacer ese partido nos dan la razón: el secuestro de un agregado militar norteamericano, exigiendo la libertad de los presos políticos; el combate de la resistencia en la cueva de Las Américas el 12 de enero de 1972; y el desembarco de Francis Caamaño en febrero de 1973.

Aquellos eran momentos difíciles para la generalidad del pueblo dominicano; los adeptos al régimen tenían que andar con tanto cuidado, como los desafectos, con todo aquello de la llamada “Banda Colorá”, y los llamados “incontrolables”, bautizados así por el mismo Presidente Balaguer.

Esa fue la panorámica política en que nació el PLD; dos décadas después, las cosas eran muy diferentes; los errores cometidos por el Partido Revolucionario Dominicano en el gobierno, permitieron un rápido retorno del Dr. Balaguer al poder, quien había sido desplazado en 1978 por Don Antonio Guzmán, ganador de las elecciones de ese año.

El Dr. Joaquín Balaguer ya anciano y ciego, en la campaña para las presidenciales de 1986, tuvo uno de sus mejores desempeños electorales; sin las ventajas del poder, ni el apuntalamiento de una fuerza de intervención, como en el caso de 1966, en que fue elegido por primera vez, ganó al Lic. Jacobo Majluta con una campaña astuta y bien dirigida.

A partir de 1978, las aguas del estanque en que nació el joven PLD habían comenzado a cambiar; en Latinoamérica soplaban vientos democráticos, y en el país florecían las libertades públicas, sostenidas en el gobierno de Don Antonio Guzmán Fernández.

El Dr. Balaguer volvió al poder en agosto de 1986, y tres años más tarde caía el muro de Berlín para evidenciar el fin de la guerra fría, con el desmoronamiento del bloque socialista; así, se encontró el Partido de Bosch con la encrucijada electoral de 1990, obligado por las circunstancias políticas del país a asumir el liderazgo de la oposición.

Los resultados del certamen de mayo de 1990, aunque adversos, mostraron un PLD casi listo para las lides electorales; con una debilidad; el tradicional discurso de su líder y fundador, lo invalidaban para llevar a cabo políticas de alianzas normales en la dinámica electoral democrática de cualquier país.

Por esta circunstancia, no aceptó ninguna de las dos propuestas que le hicieron los dirigentes que encabezaban los dos principales grupos en que se había dividido el Partido Revolucionario Dominicano antes de llegar a las elecciones; el Dr. José Francisco Peña Gómez y el Lic. Jacobo Majluta respetivamente.

A partir de esa derrota, comienza a gestarse en el PLD lo que culminaría en 1992 con una de las más importantes divisiones en su vida partidaria; 7 miembros del CC y una del Comité Político son expulsados, y con ellos abandonan el Partido una cantidad importante de estructuras organizativas.

Aquí, se puede decir, comienza el aprendizaje de lo que no se podía aprender en los círculos de estudio: la práctica electoral con todas sus complejidades. Para mayo de 1994, los reductos salidos en 1992 del Partido se fueron a apoyar al Dr. Peña Gómez, fortaleciéndolo frente a la reelección del presidente Balaguer.

Y se evidenció en esa justa, una notable pobreza en el desempeño electoral del Partido de la Liberación Dominicana, que llevó por última vez a Don Juan Bosch como candidato presidencial; pero consciente de lo sucedido, la dirigencia de este partido decidió jugar un papel protagónico en la crisis nacional desatada luego de aquellas elecciones.

Dos años después su ascenso al poder, coronaria los puntuales y acertados pasos tácticos llevados a cabo en aquella crisis política que vivió el país en ese año de 1994.

La dirigencia del PLD de ahora, supo muy a tiempo que un desempeño electoral exitoso, no podía tener como base la vieja estructura partidaria que contribuyó a construir ese partido; por tal razón a partir de su salida del poder en el año 2000, urgió una adecuación de sus organismos internos para la nueva realidad política.

Esa transformación, que se inició con la apertura de las puertas del partido a todo el quisiera ingresar, sin el huso del tamiz discriminatorio de antaño, lo que convirtió esa organización en una maquinaria electoral exitosa que en cinco elecciones, presidenciales y congresuales, no ha visto una derrota.

Esos cambios tan necesarios que lo han llevado a tantas victorias, fueron refrendados en congresos internos y en las asambleas de su comité Central (su máxima autoridad, entre un congreso y el siguiente); sin embargo, muchos miembros y dirigentes importantes  aun no los asimilan.

Pero al final, su readecuación ha sido oportuna, para mantenerse desde el poder impulsando las transformaciones políticas, económicas y sociales que considera necesarias; podemos decir sin temor a errar que todos los cambios partidarios, han sido impuestos “con la venia de la sala”, y que de seguir así, ese PLD que seguirá ganando.

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