¿Revive una Primavera Árabe en el norte de África? Las claves de las protestas en Sudán contra el régimen de Al Bashir

KHADIJA BOUSMAHA

Símbolo de las protestas en Sudán

Hace unos días, las protestas en Argelia acabaron con el régimen de Buteflika, que después de 20 años se vio obligado a dimitir. El país africano se enfrenta a una situación de incertidumbre y a una transición dudosa. Y ahora toca hablar de Sudán, con sus particularidades, pero tiene en común con el pueblo argelino el deseo de derrocar una dictadura que lleva 30 años en el poder. Las características de estas manifestaciones han hecho que varios medios y expertos señalen a un impulso de de la Primavera Árabe en el norte de África y los ejemplos son claros: Argelia, Libia, Sudán

En Sudán las protestas no empezaron hace dos días. De hecho, las movilizaciones tienen un largo recorrido y se iniciaron en el contexto de las primaveras árabes de 2011. Aunque hubo interrupciones, desde el 19 de diciembre de 2018 el país esta sumido en unas grandes movilizaciones que se iniciaron por la subida del pan y acabaron pidiendo la dimisión de Omar Hasán Ahmad al Bashir, un dictador que lleva desde 1989 en el poder (30 años).

El régimen de Al Bashir ha ido perdiendo «legitimidad social y también política». El profesor y analista, experto temas africanos de Blanquerna-URL, Óscar Mateos, explica a 20minutos que el jefe del régimen ha ido perdiendo «apoyos políticos, sobre todo de las fuerzas islamistas que apoyaban su Gobierno desde un inicio y que hoy en día se están desmarcando de él».

A pesar de su pérdida de apoyos, siguen las duras represiones. El Comité Central de Médicos de Sudán, un sindicato opositor, ha elevado a 22 el número de muertos por la represión de las protestas desde que se inició una sentada multitudinaria en frente del cuartel general del Ejército. Entre los fallecidos, figuran cinco militares, que se enfrentaron a las fuerzas de seguridad del Estado cuando trataban de dispersar las manifestaciones.

En la madrugada de este martes, Ali Osman, un sudanés que trabaja en la Embajada española en Jartum, aseguraba a este periódico que el régimen había activado el cuerpo llamado «apoyo rápido», que en diciembre fue muy polémico por sus acciones brutales. Un mecanismo creado para acabar rápido con las protestas.

Detrás de las protestas se encuentra la Asociación de Profesionales Sudaneses, un colectivo de trabajadores que agrupa a médicos, mecánicos, ingenieros, periodistas y profesores, a quienes se han sumado varios partidos de la oposición para formar la Alianza por el Cambio y la Libertad. Sin embargo, las protestas no tienen un liderazgo definido. Al igual que en Argelia, la organización de las movilizaciones son gracias a las redes sociales, lo que hace que sean más horizontales.

El Ejército ¿una solución?

El pasado sábado, coincidiendo con el aniversario del golpe de estado de 1985 que acabó con Yaafar al-Numeiry, miles de personas se congregaron en torno al cuartel general del Ejército en Jartum para pedirle «que elija entre su pueblo y el dictador». A pesar de que uno de los principales apoyos de Al Bashir es el Ejército, dentro de ese colectivo hay divisiones. De hecho, en estas protestas el Ejército se enfrentó a la policía para proteger a los manifestantes.

«Hay facciones del Ejército que todavía lo apoyan, si bien, dentro del colectivo empiezan a existir divisiones y tensiones respecto a esta cuestión. Hasta tal punto, que muchos consideran que Al Bashir no podrá aguantar mucho tiempo en el poder, a no ser que lance un gesto de apertura y de cambio político», apunta Mateos.

La apertura y un cambio de Gobierno no está clara del todo. Es cierto que Al Bashir anunció que habrá algún tipo de movimiento, pero sin su renuncia parece que las protestas van a continuar. «Él ha ido perdiendo apoyos políticos, los que son claves como las fuerzas islamistas que le auparon al poder, pero de manera gradual le han ido abandonando porque ven que Al Bashir es incapaz de controlar la situación«, incide el analista.

Lo que busca el pueblo en su acercamiento al Ejército al pedirle que acabe con el régimen de Al Bashir es «mermar los apoyos que tiene en el sector ahora mismo». Tratan de convencer a los militares de la «importancia de la transición en el país«, aprovechando de las divisiones y tensiones que hay dentro del sector. A la espera de un respuesta de los militares, solo se pronunció este lunes el ministro de Defensa, el general Awad Ahmed Benawf. «El Ejército comprende los motivos de las manifestaciones y no está en contra de las demandas y las aspiraciones de los ciudadanos, pero no permitirá que el país se hunda en el caos«, aseguró Benawf.

Mateos señala que, antes de considerar importante el posible apoyo de los militares a las protestas como ventaja, «hay que ver qué facciones dentro del Ejército sudanés que sean más proclives a posibilitar un escenario de elecciones, más aperturista y más optimista». Porque una de las decisiones que puede tomar este colectivo es que el precio que pague Al Bashir sea, simplemente, «su renuncia y que las élites, con apoyos de los islamistas, sean las que continúen en el poder».

Los frentes abiertos de Al Bashir

Al Bashir tiene muchos frentes abiertos y hasta ahora no ha dado una solución real a los problemas de Sudán. Quizás esto va ser uno de los factores de su debilitamiento y de una posible renuncia. En 2011 Sudán del Sur se separó de Sudán después de una guerra que «dejó dos millones de muertos y dónde él fue uno de los principales protagonistas». Este conflicto sangriento, hoy en día, ya no está abierto. Pero Al Bashir sigue implicado con su «respaldo a algunos grupos en el Sudán del Sur, y que a la vez siguen enfrentados entre ellos».

El otro gran conflicto abierto es Darfur, una región situada estratégicamente entre las fronteras de Sudán y la República Centroafricana en el sur; y Chad y Libia en el oeste. Darfur ha sido escenario de conflictos violentos hasta principios de siglo. «La zona se ha convertido en el hogar de más de 120.000 personas que han huido de la guerra en Sudán del Sur», según ACNUR.

Al Bashir, en 2003 fue acusado de cometer Crímenes de Lesa Humanidad por «por utilizar algunos de los gases como estrategia para eliminar de forma masiva la población«. Si en el caso de Argelia había un presidente que llevaba desde 2013 sin aparecer en público, Al Bashir «tiene restricciones» para visitar y viajar a otros países. «Esto ha sido una de las grandes controversias».

El tercer frente es uno de los principales problemas que adolece Sudán. Y es que los «territorios periféricos han quedado marginados tradicionalmente por la capital, por el poder central». La población de estas zonas son las que han liderado grandes «protestas» y levantamientos con armas «contra el poder central de Jartum».

Mateos concluye que «Al Bashir no ha ofrecido un solución política ni tampoco una negociación sustancial«. «Lo que ha hecho es, fundamentalmente, recurrir a la represión militar en muchos casos y tapar el grueso de estos problemas. Con lo cual, Al Bashir tiene una creciente situación de inestabilidad que ahora se ha agravado con las presiones y las protestas en la capital, que es la esfera, por así decirlo, donde todavía tenía cierto apoyo y una cierta legitimidad».

Posibles escenarios

La inestabilidad en el país africano crece. Mientras se espera que las protestas acaben en una solución, que dependerá de la «consistencia» de las movilizaciones, Sudán tendrá varios posibles escenarios.

Al Bashir puede decidir reprimir «militarmente y políticamente estas protestas», con consecuencias imprevisibles y con presiones que pueden ir más allá de la realidad de Sudán, que implicaría a otros países de la región. «O bien ceder tarde o temprano a un escenario de aperturismo político y de elecciones, donde él ya no será unos de los candidatos o bien de una renovación del Gobierno donde Al Bashir no sea el jefe de Estado».

«Cabe ver cuál será la consistencia y la sostenibilidad de las protestas si los manifestantes se quedan satisfechos con el tipo de relevo que se produzca, en el caso de que Al Bashir acceda. Hay que ver la primera fase de este relevo. Las movilizaciones podrían parar, aunque cabe entender que van a continuar no a corto plazo, a medio plazo«, concluye el experto en temas africanos, Óscar Mateos.

Lo que no parece que va a cesar es el hartazgo de las dictaduras y regímenes autoritarios africanos. Por tanto, de momento las protestas dan lugar a un escenario parecido al de la Primavera Árabe. Escenario que ha comenzado en el norte de África y que no se sabe dónde va a ir a parar.



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