Migrantes centroamericanos enfermos esperan en condiciones precarias en la frontera de EE UU

EUROPA PRESS

Inmigrantes centroamericanos en Tijuana

Miles de migrantes centroamericanos se enfrentan a enfermedades y condiciones precarias mientras esperan en la frontera entre México y Estados Unidos, donde esperan solicitar asilo tras huir de sus países de origen debido a un aumento de la violencia.

Aunque muchos han optado por regresar a sus hogares después de registrarse enfrentamientos entre las fuerzas fronterizas y grupos de migrantes, la mayoría está preparándose para soportar una larga espera en un albergue establecido en la zona.

Adultos y niños, en su mayoría hondureños, se encuentran en un complejo deportivo de la ciudad mexicana de Tijuana desde hace más de tres semanas. Ya superan los 6.000 en un espacio que estaba preparado, en principio, para tan sólo una tercera parte de ellos.

Muchos podrían permanecer meses en la frontera, por lo que unos 350 migrantes han pedido a las autoridades que les ayuden a regresar a sus hogares.

El guatemalteco José Luis Tepeu, de 22 años, ha dormido sobre cartones en el suelo a la espera de ayuda para poder ir a Estados Unidos o Canadá. «Si no vienen, voy de regreso a mi tierra», ha aseverado al comentar que los salarios en México eran demasiado bajos para que él se quedara y enviara dinero a casa para ayudar a su familia. «No se gana aquí», ha añadido.

Para solicitar asilo, los migrantes primero deben registrarse en una lista de espera para poder reunirse con funcionarios de la frontera de Estados Unidos. La lista ya tenía un retraso de semanas antes de que llegara la caravana. Además de la incertidumbre, las conversaciones entre Estados Unidos y México apuntan a mantener a los migrantes en México por más tiempo.

Llegar como sea

El domingo, guardias fronterizos de Estados Unidos dispararon gas lacrimógeno a un grupo pequeño de migrantes, entre ellos mujeres y niños, que se separaron de sus grupos y se lanzaron a la frontera.

La violencia parece haber conmocionado a algunos y decenas pidieron el lunes que los enviaran voluntariamente a casa, según ha informado un alto cargo de Inmigración en Tijuana.

Además de las tensiones, el hacinamiento ha ayudado a propagar enfermedades. Ha habido múltiples casos de afecciones respiratorias, piojos y varicela, según tres funcionarios de la ciudad que se negaron a ser nombrados porque no estaban autorizados a hablar con los medios de comunicación.

Los migrantes de la caravana, que han viajado unos 4.800 kilómetros desde mediados de octubre, se encuentran en el complejo deportivo mientras esperan a que las autoridades de Estados Unidos y México logren un acuerdo sobre cómo lidiar con ellos.

Muchos han estado viviendo en tiendas de campaña y otros bajo techos hechos con bolsas de basura y paredes de mantas y mochilas, soportando las inclemencias del clima, así como la falta de privacidad.

«Me costó mucho, casi caminábamos hasta 15-20 horas (por día) … y regresarse ya en lo último, ya no», ha manifestado Anabell Pineda, de 26 años, que levantó una tienda de campaña en el estadio. Tras saber que sería imposible cruzar rápidamente bajo las políticas actuales de Estados Unidos, ha decidido ser paciente y tratar de obtener un permiso de trabajo en México mientras tanto.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó esta semana con cerrar «permanentemente» la frontera sur de Estados Unidos si México no deporta a los centroamericanos reunidos en Tijuana.

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