Egipto acude a las urnas con Al Sisi como total favorito y un seguidor suyo como único rival

AGENCIAS / 20MINUTOS.ES

  • La oposición ha boicoteado unos comicios que califica de «farsa».

Los egipcios están llamados este lunes a votar en unas elecciones presidenciales que durarán tres días, y en las que el actual mandatario, Abdelfatah al Sisi, parte como indiscutible favorito frente a un único rival, el desconocido Musa Mustafa Musa, quien apoyaba al presidente hasta poco antes de presentar su candidatura.

Tras una tediosa campaña electoral marcada por la omnipresencia de carteles electorales de Al Sisi, la ausencia de mítines políticos de los candidatos y por el boicot de la oposición, la única pregunta que muchos se hacen es el porcentaje que alcanzará la participación.

Aunque desde algunas instancias oficiales como el Consejo Supremo para la Regulación de los Medios se espera que vote un 60% de los casi 60 millones de egipcios convocados a las urnas, como ha dicho recientemente su presidente, Makram Mohamed Ahmad —lo que supondría casi un récord en la historia reciente del país—, los analistas consideran que el porcentaje será mucho menor.

«A pesar de que no hay una lucha competitiva entre Al Sisi y Musa Mustafa Musa, iremos a votar en las elecciones para afrontar los retos a los que se enfrenta nuestro país. Saldré a votar, no porque Al Sisi tenga competidor sino para evitar que Egipto vuelva a la situación que estaba y por respeto a los mártires», reconoció Ahmad en unas declaraciones recogidas recientemente por varios medios egipcios.

«Una farsa»

Sin embargo, para el investigador del Instituto Tahrir para Oriente Medio, Timothy E. Kaldas, estas elecciones no han despertado el interés de los egipcios, por un lado porque la popularidad de Al Sisi ha menguado y muchos las consideran una «farsa», y porque incluso los seguidores de Al Sisi saben que van a ganar y no tienen incentivos para acudir a las urnas.

Las votaciones contarán con la supervisión de nueve organizaciones árabes e internacionales y medio centenar de ONG locales, así como de la Liga Árabe y de la Unión Africana, que confirmó la semana pasada que enviará 40 observadores para cubrir los tres días de votación (del 26 al 28 de marzo).

Los egipcios en el extranjero ya ejercieron su derecho al voto entre los pasados 16 y 18 de marzo. Aunque se desconoce la participación en el extranjero, los medios nacionales cubrieron con profusión los tres días de votación, difundiendo fotos de votantes portando banderas de Egipto y exaltando el compromiso patriótico de quienes se acercaron a los consulados egipcios a depositar sus papeletas.

Frente al entusiasmo institucional y oficialista, el pasado 30 de enero ocho partidos opositores y 150 personalidades hicieron una llamada al boicot por considerar que «no hay garantías ni candidatos ni libertades, por lo cual no hay elecciones», dijo entonces el excandidato presidencial y líder del partido Al Karama, Hamdin Sabahi, que acusó también a las autoridades egipcias de realizar una «farsa llamada elecciones».

Tomaron esta posición después de que su principal candidato, el activista Jaled Ali decidiera retirarse de la campaña, de que el ex primer ministro Ahmed Shafiq renunciara a presentarse tras haber anunciado su intención de concurrir y de que el también aspirante Sami Anán, ex jefe del Estado Mayor, fuera detenido por supuestas irregularidades en su candidatura.

Por otra parte, un grupo de catorce ONG internacionales, entre las que se encontraba Human Rights Watch y Reporteros Sin Fronteras, también calificó las elecciones, el pasado 13 de febrero, de «farsa» y denunció que se celebraban en medio «de la peor crisis de derechos humanos del país en décadas».

Terrorismo y represión de libertades

Al Sisi, que ha gobernado Egipto con puño de hierro los pasados cuatro años, celebró el cierre de la campaña electoral el día 23 con una visita a una de las bases militares del norte de la península del Sinaí, donde el Ejército se enfrenta a la filial egipcia del grupo terrorista Estado Islámico, para recordar uno de los ejes de su política, la lucha contra el terrorismo, o «las fuerzas del mal», como a él le gusta decir.

El mandatario ordenó hace varias semanas el lanzamiento de una nueva fase de la campaña del Ejército contra el terrorismo en el Sinaí, expandiendo las operaciones al delta del Nilo y el desierto occidental, cerca de la frontera con Libia.

Al Sisi se ha presentado desde el inicio de su mandato como un bastión de la lucha contra el terrorismo, y las duras medidas de seguridad aplicadas desde su llegada al poder, así como la amplitud y vaguedad de las mismas, han llevado a la cárcel a centenares de personas por cargos relacionados con supuestos ataques contra la seguridad del Estado.

Asimismo, los tribunales del país han emitido condenas —muchas de ellas a muerte— a miles de seguidores de la organización islamista Hermanos Musulmanes, a la que pertenecía el anterior presidente, Mohamed Mursi —depuesto por el golpe de Estado de Al Sisi—, y que fue declarada como grupo terrorista tras su llegada al poder.

El propio mandatario resaltó en febrero que «lo que pasó hace siete u ocho años no volverá a pasar en Egipto», en referencia al levantamiento contra Mubarak. «Parece que no me conocéis lo suficientemente bien. No soy un político que solo habla», advirtió.

El otro eje de su campaña de Al Sisi ha sido la mejora de la economía del país, muy afectada por el descenso del turismo desde la revolución de 2011 y el aumento de los atentados en el país, y por la puesta en marcha de reformas económicas respaldadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) que han afectado al bolsillo de los egipcios con menos recursos.

Sin auténtico rival

Frente al presidente se encontrará Musa, quien presentó su candidatura por sorpresa —hasta entonces había estado organizando actos a favor a la reelección de Al Sisi— con el argumento de que no quería que hubiera un único candidato. Pese a ello, ha reiterado que su objetivo es ganar y ha defendido que no está ahí únicamente para dar una pátina de competitividad al proceso.

Sin embargo, Musa ha evitado durante la campaña mantener un perfil público activo y, de hecho, ha señalado en varias ocasiones que mantendría la mayoría de las políticas actuales en caso de hacerse con la victoria, a excepción del plano económico, donde se ha mostrado contrario a las reformas aplicadas por el Gobierno.

El portavoz de su campaña, Adel Esmat, llegó incluso a acusar a los que critican a Musa por su papel residual de intentar desacreditar al Gobierno, antes de subrayar que «grupos terroristas» trabajan a favor de la «agenda» de Hermanos Musulmanes, tal y como recogió el diario local Al Masry al Youm.

A pesar de ello, Musa no ha celebrado prácticamente ningún acto político durante la campaña electoral y sigue siendo casi un desconocido para la mayoría de los electores, por lo que no se prevé que vaya a recabar un número significativo de votos en los comicios.

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