EE UU reaviva su rivalidad militar con Rusia: por qué ataca Siria ahora y qué consecuencias tiene

20MINUTOS.ES / AGENCIAS

El ataque a Siria por parte de EE UU, el Reino Unido y Francia supone una grave escalada de la tensión entre Washington y Moscú, que desde hace años se están midiendo en ese país árabe, donde actúan fuerzas de distintos países.

Bloque sirio-ruso-iraní

Desde el comienzo del conflicto en Siria, en marzo de 2011, el presidente, Bachar al Asad, ha contado con Rusia e Irán como aliados. El 30 de septiembre de 2015, Rusia inició su primera intervención militar sobre el terreno con el comienzo de una campaña de bombardeos en apoyo del ejército sirio.

Esta intervención supuso un vuelco en el balance de poder en Siria, ya que en aquel momento los principales feudos costeros del Gobierno se veían amenazados por facciones islamistas y rebeldes, que también tenían en su poder la capital económica del Estado árabe, Alepo.

Desde entonces, con el respaldo de aviones rusos y de militares de esta nacionalidad sobre el terreno, las fuerzas armadas sirias no han hecho más que avanzar y recuperar el terreno perdido.

Junto a las tropas gubernamentales sirias lucha también la Guardia Revolucionaria iraní, enviada por otro de sus aliados, Irán, que al mismo tiempo ha mandado a asesores castrenses que aconsejan a los soldados sirios.

El grupo chií libanés Hizbulá, aliado de Teherán, también participa en la contienda siria en el bando de Al Asad con sus combatientes. Además, hay milicianos chiíes iraquíes y afganos que combaten junto a las fuerzas sirias, ya que el presidente sirio es de credo alauí (una de las ramas del chiísmo).

Bloque aliado

Por otro lado, EE UU, Francia, el Reino Unido y otros países aliados llevan estos años operando en el Estado árabe bajo el paraguas de la coalición internacional contra el grupo terrorista Estado Islámico.

La coalición comenzó su actividad en Siria el 23 de septiembre de 2014, meses después de que Estado Islámico proclamara un «califato» en el territorio sirio y el iraquí a finales de junio de ese año.

Durante este tiempo, la alianza ha ofrecido cobertura aérea a las operaciones terrestres de las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), una agrupación armada encabezada por milicias kurdas, que trabaja en el norte del país y que lucha contra los yihadistas.

Además, EE UU ha enviado a miembros de sus fuerzas especiales sobre el terreno que se han batido junto a las FSD frente a Estado Islámico en sus antiguos feudos. EE UU también respalda a la principal alianza política opositora del país, la Coalición Nacional Siria (CNFROS), y a su brazo armado, el Ejército Libre Sirio (ELS). Estas dos formaciones tienen sede en Turquía, que también les apoya.

De acuerdo a los datos proporcionados el pasado mes de julio por un comandante del ELS, Washington ofrece soporte de tres tipos: el de la CIA, el del Pentágono y el de la coalición internacional, aunque el de la CIA se retiró hace meses. «El de la CIA consiste en entrenamiento a algunas facciones y ese es el que ha sido suspendido. Luego está el del Pentágono, que es militar y es el que recibe el ELS, que todavía continúa; y el de la coalición internacional contra el Dáesh (acrónimo en árabe de Estado Islámico)», enumeró en su día el general del ELS, Ahmad Rahal.

El papel de Turquía

Turquía también respalda al ELS y otras facciones insurgentes e islamistas, y algunos grupos han llegado a acusarla de apoyar a Estado Islámico por no controlar en el pasado la frontera con Siria, lo cual permitió que muchos yihadistas internacionales cruzaran al país árabe.

Desde agosto de 2016, hay fuerzas turcas presentes en el norte de Siria que han luchado junto a facciones rebeldes e islámicas contra las FSD, a las que Ankara considera como terroristas.

Tal es la amalgama de grupos armados opositores e islamistas que operan en Siria, aparte del secretismo que mantienen, que es complicado saber cuáles son sus otros apoyos. Hay organizaciones que reciben financiación y armas de Estados regionales como Arabia Saudí y Catar. También se desconoce qué países sostienen a organizaciones extremistas como Estado Islámico y la antigua filial siria de Al Qaeda.

Por qué EE UU ataca Siria

Las potencias de la coalición liderada por EE UU y países como Francia o Reino Unido han justificado en todo momento que el uso de armas químicas por parte del régimen sirio no puede quedar impune. La gota que ha colmado el vaso ha sido, según los aliados, el último ataque químico perpetrado por las tropas de Al Asad en Duma, donde murieron decenas de civiles. «El objetivo de nuestras acciones es establecer un importante componente disuasorio contra la producción, propagación y el uso de armas químicas«, explicaba Trump al anunciar la ofensiva en Siria.

Asimismo, EE UU ha asegurado que tiene informes que apuntan al uso «tanto de gas cloro como de gas sarín« contra la localidad de Duma la semana pasada y ha acusado directamente a Rusia ser cómplice de todo lo que ocurre en Siria al permitir que el presidente Al Asad cometa «crímenes de guerra» y use «armas químicas contra su pueblo».

Moscú, la otra pieza fundamental en el tablero, ha defendido en todo momento que el supuesto ataque químico en Duma fue un montaje y que Washington y sus aliados quieren usarlo como pretexto para actuar contra las autoridades de Damasco. Además, este sábado se ha desmarcado de haber ayudado al Ejército sirio a repeler los misiles de EE UU y ha alertado de que el ataque de los aliados «traerá consecuencias».

Qué consecuencias tendrá

«La Guerra Fría ha vuelto«, lamentaba este viernes el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres. Este sábado, tras conocerse el ataque, Guterres insistía en que «la situación en Siria representa hoy en día la amenaza más seria contra la paz y la seguridad internacional». Ante esta visión pesimista se encuentran quienes aseguran que por ahora es muy pronto para determinar qué pasará. Según el Pentágono, este ha sido un ataque «único» para disuadir a Al Asad de utilizar armas químicas en el futuro.

A pesar de no ser un gran productor de petróleo, cualquier intervención extranjera en Siria tiene poder suficiente como para desestabilizar los mercados de todo el mundo debido a su localización estratégica. El país se encuentra próximo al estrecho de Ormuz, lugar por donde pasan a diario millones de barriles de petróleo. Además, cuenta entre sus aliados con Rusia e Irán, grandes productores mundiales de crudo, por lo que cualquier interrupción del suministro de petróleo en esta región puede afectar a muchos.

Este movimiento por parte de EE UU supone una escalada de violencia en la región. Trump echa un pulso a Putin ante sus recientes alardes de poder armamentístico. El pasado mes de marzo, Putin presentaba al mundo el nuevo arsenal estratégico ruso: desde misiles intercontinentales a cohetes hipersónicos y armas con rayos láser.

En palabras de Putin, todo empezó en Siria, donde, según el presidente ruso, el país demostró a todos el potencial del Ejército ruso, que no solo salvó el régimen de Bachar al Asad, sino que envió un aviso al mundo: Rusia ha vuelto como superpotencia militar. «Insisto, ningún país en el mundo tiene, a día de hoy, las armas que tenemos nosotros. ¡Fin de la cita!», zanjó.

Por ahora, Trump ha contado este ataque como una victoria —»¡Misión cumplida!», ha declarado—, si bien el desafío con Al Asad y Rusia no parece que vaya a acabar tras la última advertencia lanzada por el presidente norteamericano: «Si el régimen sirio usa este gas venenoso otra vez, Estados Unidos está listo para disparar«.

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