Políticas migratorias y guerra comercial: panorama sombrío para el campo en EE.UU.

DES MOINES. Las políticas sobre inmigración, que privan a los agricultores de mano de obra, y la perspectiva de una guerra comercial con China y otras naciones pintan un panorama sombrío para el agro estadounidense.

Muchos agricultores se preguntan si podrán seguir operando a la luz de todos los obstáculos que tienen en su camino.

“Lo mires por donde lo mires, hay grandes nubarrones en el horizonte y algunos de ellos los tenemos ya casi encima nuestro”, afirmó Chad Hart, economista especializado en temas agrícolas de la Universidad Estatal de Iowa.

La amenaza de tarifas a las importaciones de China, México, Canadá y la Unión Europea generaron medidas de represalia que hicieron bajar los precios de ciertos productos agrícolas estadounidenses, como el maíz, la soya y la carne de cerdo. Al entrar en vigor tarifas por valor de 34.000 millones de dólares el 6 de julio, que hicieron que China respondiese con sus propios gravámenes, los agricultores de Estados Unidos ya sentían el efecto de una merma en los precios de sus cultivos, un aumento en los precios de la tierra y otros factores.

El Departamento de Agricultura pronosticó antes de las tarifas que los ingresos de los agricultores mermarían este año a 60.000 millones de dólares, la mitad de lo que fueron hace cinco años. Ese pronóstico probablemente resulte exagerado ahora, a la luz de lo que sucedió después.

Don Bloss, quien cultiva maíz, soya, soja y trigo en Pawnee City, al sudeste de Nebraska, dice que algunos vecinos decidieron probar fortuna en otras áreas en vista de que ya les costaba generar ganancias antes de que entrasen en vigor las tarifas.

“No ganan nada. Uno dijo que los bancos los están abandonando”, manifestó Bloss.

John Weber, quien cría cerdos y cultiva maíz y soya con su hijo unos 160 kilómetros (100 millas) el noreste de Des Moines, señaló que muchos agricultores ya estaban en apuros y que las tarifas empeoraron las cosas.

“Observas los precios que bajan, los costos adicionales… y esto se complica. No funciona”, comentó.

Los precios de la soya cayeron un 19% desde principios de mayo y los del maíz un 15%. Con los precios actuales, la mayoría de los agricultores pierden dinero con las cosechas de maíz, soya y la cría de cerdos.

Los criadores de cerdo perderán más de 2.000 millones de dólares anuales debido a la caída de los precios a futuro, consecuencia de medidas de represalia de China, según economistas de la Universidad Estatal de Iowa.

“Algunos van a quebrar”, aseguró Jim Heimerl, quien cría cerdos en Johnstown, Ohio, y es presidente del Consejo Naiconal de Productores de Carne de Cerdo.

El secretario de Agricultura Sonny Perdue prometió que estas operaciones volverán a dar ganancias, pero no dijo cómo lo harán y algunos economistas dudan que el gobierno pueda ofrecer una solución que genere los miles de millones de dólares necesarios para cubrir las pérdidas.

“Si esto sigue así y el Departamento de Agricultura no encuentra la forma de inyectar dinero, no me extrañaría que haya un desfile de tractores que marchan hacia Washington el año que viene” para protestar, manifestó Scott Irwin, economista especializado en temas agrícolas de la Universidad de Illinois.

Nada indica que la disputa comercial se vaya a resolver a corto plazo y, de hecho, es posible que se agrave.

Las políticas inmigratorias del gobierno de Donald Trump, en tanto, hacen que resulte más difícil conseguir peones para la cría de cerdos, que depende de esa mano de obra. Tradicionalmente, una tercera parte de los peones son inmigrantes.

La industria planeaba una rápida expansión ante la creciente demanda de China y México, pero la disputa comercial y redadas en una planta empacadora de carne de Tennessee y en una fábrica de cemento de Iowa alarman a los criadores de cerdos.

“Los trabajadores extranjeros son vitales en este sector. Necesitamos más de ellos, no menos”, sostuvo Heimerl.

La predisposición del gobierno a aprobar medidas que eximen a las refinerías de petróleo de mezclar etanol con sus combustibles hizo que unos 250 millones de bushels de maíz quedasen sin usar, lo que contribuyó a hacer bajar los precios.

“Existe la posibilidad de que tengamos la peor crisis que registra el campo desde la década de 1980”, afirmó Irwin.