La capital china del carbón apuesta por la “minería verde”

Con un ojo puesto en la transición energética y otro en el cuidado del medioambiente, la capital china del carbón, Datong, en la provincia septentrional de Shanxi, ha apostado por la “minería verde” para revitalizar su industria energética y hacerla más sostenible.

Shanxi, que cuenta con un tercio de las reservas de carbón de China, vive un proceso de renovación energética debido a la intención del Gobierno de recortar la producción de este mineral en los próximos años, tanto por el exceso de capacidad como por la contaminación que afecta a gran parte del norte del país.

En aras de mantener una explotación sostenible a largo plazo, la principal compañía minera de Datong comenzó en 2003 la construcción del parque industrial de Tashan, en funcionamiento desde 2009 y que opera bajo el lema de “carbón negro, minería verde”.

Con una inversión estimada de US$440.9 millones, el primer complejo de “minas verdes” de China reúne una veintena de proyectos, que van desde la propia explotación del carbón hasta su reutilización para la producción de químicos, electricidad o cemento, entre otros. El parque aprovecha los deshechos producidos por la mina, tales como CO2, agua contaminada o el propio calor desperdiciado, para ser utilizados por el resto de iniciativas del complejo, en una suerte de “economía circular”.

El propio “reciclaje” del agua contaminada es uno de los elementos más novedosos: un circuito cerrado purifica el 100 % del agua de la mina, que es reutilizada para regar las zonas verdes del parque, enfriar los hornos o insertarse en el resto de procesos industriales.

Unas 23 millones de toneladas de carbón se extraen cada año de la mina, después de reducir un 15 % su capacidad en 2016 para cumplir con las nuevas regulaciones del Gobierno.

Proyectos como el de Tashan están encaminados a sustituir paulatinamente al resto de minas de Shanxi, como es el caso de la explotación de Jinhuagong, abierta en 1956 a unos 12 kilómetros al noroeste de Datong.

En cualquier caso, el Gobierno de Pekín tiene la última palabra sobre una política energética orientada a la eficiencia de recursos, razón por la que Jinhuagong cerrará sus puertas tarde o temprano. EFE