Entre el chef y la cocinera: la brecha salarial persiste en República Dominicana



República Dominicana registra más de una brecha salarial en su mercado laboral. Un estudio la Organización Nacional de Estadísticas (ONE), a partir de datos hasta el 2018, revela que se discrimina a partir de los grupos edad y de género.

Por edad, la discriminación salarial afecta menos al tramo delimitado entre los 15 y 24 años, lo que es inferior a la discriminación que sufren los que tienen edades comprendidas entre los 60 años y más.

Y en el caso de que se tenga 60 años o más, y que también sea mujer, “la brecha es aún más notoria”, según el informe de la ONE, titulado Mercado Laboral Dominicano 2018. Análisis de las Brechas Salariales entre Hombres y Mujeres.

No son los 60 años el principal factor de discriminación, es el hecho de ser mujer. Esto es así, porque en el caso de los hombres con más de 60 años, a pesar de que ve mermada su participación en el mercado laboral, “el salario o paga que reciben fue superior”.

Incluso, el nivel educativo de la fuerza de trabajo, algo en lo que las mujeres superan a los hombres en la sociedad dominicana, no es un freno para esa discriminación laboral contra la mujer.

EL TECHO DE CRISTAL

Por ejemplo, en el ámbito de los empleos que requieren formación universitaria, la retribución salarial para el caso de los hombres, en promedio ascendió a RD$8,188 semanales, mientras que, en el caso de las mujeres, ese salario promedio fue de RD$6,210.87, lo que representó una brecha salarial de 24.1% en perjuicio de las mujeres, a pesar que éstas estudian más.

Pero es solo un promedio. Pues dependiendo del nivel del grupo ocupacional, la discriminación se intensifica. Es el caso del grupo denominado como gerentes y administradores, en el que la brecha, en prejuicio de las mujeres, fue de 99% durante el 2018, lo que significó que los hombres ganaban casi el doble de lo que perciben las mujeres, por un mismo trabajo, un mismo horario, y una misma responsabilidad.

Culturalmente y con el transcurso de los años que hacen ver como normal el despliegue de una discriminación social, se ha construido una visión con la que se busca justificar esa discriminación laboral.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) destaca una en sus informes: “Al estar depositado sobre los hombres el mandato del proveedor económico el salario de las mujeres es considerado un complemento de ese ingreso principal”.

EL CHEF Y LA COCINERA

Pero también se han elaborado estrategias sutiles, bajo la luz del Sol. Es el caso de que a la mujer que cocina se le llame “cocinera”, y al hombre que cocina se le denomine como “chef”.

En otras palabras, se nombra con diferentes nombres el mismo trabajo, dependiendo de que lo realice el hombre (chef), o la mujer (cocinera), explica la OIT, en su informe “La brecha Salarial entre hombres y mujeres en América Latina”, 2019.

Así, a través de la historia se ha construido una versión dominante, basada en la lógica de una división sexual del trabajo.

Pero en las leyes las argumentaciones son más sutiles y, dependiendo de las sensibilidades, también más bruscas, al afirmarse que las tareas que desempeñan las mujeres “son menos productivas”, que las mujeres “trabajan menos horas”, o bien, “que entran y salen del mercado laboral y esto les impide acumular pluses salariales y méritos para escalar en la jerarquía de la empresa”.

Así se crean barreras en contra de la igualdad de género en el trabajo, en las que se destacan la segregación vertical, también conocida como “techo de cristal”.

Consiste en la barrera que enfrentan las mujeres para acceder a los estadios superiores de las empresas, lo cual las concentra en los puestos técnicos, no estratégicos, y de menor responsabilidad.

Y otra barrera, que permea aun la mayor parte de la sociedad, consiste en que las mujeres están en las labores relacionadas con los cuidados y la reproducción de la vida, es decir, en labores social y económicamente desvalorizadas.

Sobre esta última segregación, denominada horizontal, según la OIT, se puede recordar la confrontación política en la sociedad dominicana con relación al proyecto anunciado por el Ministerio de Educación relativo a la Orden Departamental número 33-19, a la que se opusieron los sectores más conservadores de las iglesias evangélicas y católicas,

El objetivo de esa orden era cumplir con el mandato constitucional, por parte del Estado Dominicano, relativa a la equidad de género. Que, al ciudadano, sujeto de derechos constitucionales, no se le valore por su sexo, sino por su condición de ser humano.

“El CUIDO” O EL TRABAJO

“Ellas tienen que trabajar, y no saben con quien van a dejar sus niños”, declara una madre.

Explica que la mayoría de “madres de cuido” se están preguntando sobre eso mismo. La razón es que ellas tienen que trabajar y no saben con quién van a dejar a sus niños.

Este es tipo de problemas que debe enfrentar toda madre dominicana, que bajo condiciones normales se resuelve mediante estancias infantiles o por la jornada educativa de 8 horas.

Pero en tiempos del Covid-19, esos servicios están cerrados. Se resuelve parcialmente para una franja de la población que se encuentra bajo las condiciones de “teletrabajo”, con la que también debe repartirse para realizar las tareas domésticas.

“No es solamente la situación del cuido de las escuelas, es también la situación del cuido en las casas, si las madres se van a trabajar y no pueden llevar a sus niños donde las abuelas. Pero tampoco puedes meter en tu casa a una gente extraña”, expone la señora.

Esa madre prefiere reservarse su nombre, por motivos laborales. “Algunos trabajan en el Gobierno, nadie se va a tirar la soga al cuello”, razona.

Informa que tiene una amiga que es madre y que trabaja en el Estado. “Ella tiene tres niños en el colegio, y ella me llora todos los días, pero ella no habla, porque trabaja en el Gobierno”.

Esa es la realidad de muchas madres, con salarios menores, y con la responsabilidad de todas las madres.

Y a falta de políticas públicas, el problema además de permanecer también puede agravarse.

A diferencia de otras crisis pasadas, el Covid-19 encuentra un escenario diferente en el mundo según la OIT.

Después de la Gran Recesión del 2008-2009, “se hicieron recortes significativos en financiación pública para la atención de la salud y la educación”, reduciendo empleos de las mujeres y salarios en esos sectores”, explica la Organización Internacional del Trabajo.

Y con la llegada de la pandemia, algunos sectores están expuestos a un fuerte impacto de sus efectos económicos. Son alojamiento, alimentación, servicios, inmobiliario, comercio mayorista y minorista, entre otros.

Estos sectores representan el 41% del empleo femenino total, en comparación con el 35% del total de los empleos de los hombres.

“Esto sugiere que el empleo femenino probablemente sea golpeado más severamente que el de los hombres”, afirma.



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